Ricardo Marcenaro bitácora - La cueva del alma - Actitudes aprendidas de Alexandra David-Néel
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Ricardo Marcenaro bitácora - La cueva del alma - Actitudes aprendidas de Alexandra David-Néel | Posted on 19:22
Hace muchos años leí un libro de Alexandra David-Neel, la primera mujer occidental en entrar al Tíbet, ese libro me impactó mucho.
Estaba prohibido para los occidentales entrar al Tíbet, especialmente para las mujeres, ella estuvo en la India perfeccionando el sánscrito, creo que otras lenguas también, era una mujer de grandes cualidades, fuerte, interesada en saber, con un sentido de la aventura alimentada por una intrepidez inusitada.
Recomiendo sus libros.
En el que yo leí describe todo este viaje fabuloso e increíble que hace al Tíbet, en el describe de una forma muy detallada y descriptiva, costumbres, personas, tipos de gentes, particularidades de esas gentes, de su religión, habiendo pasado por situaciones peligrosas, pues en algunos caminos habían asaltantes, en otros lugares nieves que al invierno cerraban el paso y debía quedarse en refugios, a veces conviviendo disfrazada como hombre, en el pasado había sido actriz, preparada también en la Sorbona, tenía una gran cultura.
Caminó vestida de monje, terminó siendo una lama, tan la altura de su preparación en las ciencias religiosas del budismo al que ha su vuelta a Francia, difundió.
Inclusive llegó a entrevistar al 13 Dalai Lama, un honor que no había tenido ningún occidental hasta ese entonces.
De todos sus relatos, uno, especialmente me quedó grabado a fuego y en cierta forma modificó mi manera de actuar, de ver, de planear también.
Contaba que en la alta montaña solían vivir grandes maestros, anacoretas, viviendo en total retiro, dedicados a la meditación, el estudio permanente, algunos consiguiendo un estado de Nirvana perfecto, quedando algunos eternizados con sus pieles intactas, no habiendo despertado nunca, creo, que hasta hoy hay alguno de ellos así conservados.
Eran tierra donde sucedían cosas muy extrañas, recuerdo que contaba sobre corredores que usaban un paso muy corto en un secuencia que haciéndose en la meditación de colocaban mentalmente en un estado tal que podían correr días enteros a una velocidad desusada, así llevaban mensajes con una rapidez prodigiosa a cientos de kilómetros a través de las montañas, la gente sabía que no debían interrumpir su paso ni despertarlos de su estado pues podían morir al regresar a la conciencia de esa forma.
Otra cosa que recuerdo, pues la intenté practicar, en un tiempo lo hice de continuo y logré avances que luego me sirvieron cuando escalé en Mendoza, era la práctica del Tumo, la que consiste, en una secuencia de respiración, generar calor con el cuerpo.
Era tan la preparación de estos que en ello se entrenaban, que como una especie de examen final para recibirse en ésta disciplina, en pleno invierno tibetano, temperaturas de 20 a 30 grados bajo cero, salían desnudos y se les colocaba una manta o especie de camisa, no recuerdo exactamente, empapada sobre el cuerpo.
Recuerdo que mi padre me contaba, el vivió en alta montaña seis años, que dejaban una toalla a la intemperie y se ponía como una tabla, la Puna Salteña en Invierno, con un metro de alto de nieve y esos vientos que corren por ahí, lo hacen muy rápidamente.
Entonces estos monjes, se ponían a secar con su cuerpo, mediante la técnica de tumo, varias veces dichas prendas mojadas, las que le renovaban en ese estado, en el decurso de una noche.
Esa gente buscaba dominar de tal manera su cuerpo, sus sentidos, su mente, el poder que todos ellos reunidos pueden hacer del hombre algo que en occidente ni se nos ocurre siquiera pensar.
Con esto creo que más o menos van a entender en la civilización y el grado de mentes que se movió Alexandrine, no quiero extenderme describiendo ciencias de la adivinación, visualización, meditación, astronomía, hermética y otras que esta gente practicaba y aún practica en círculos muy cerrados y no evidentes.
Volvamos a mi ermitaño sabio, al anacoreta que vivía en general asistido por un discípulo que todos los días le llevaba el alimento, compartía unos momentos y se retiraba ha por sus tareas espirituales según las directivas del iluminado.
Sucedía a veces que venía al maestro un aspirante a discípulo, solicitada a quien asistía al maestro una entrevista, el asistente se lo comunicaba a su maestro y al regresar al aspirante, éste le comunicaba que el maestro estaba ocupado y que debía esperar.
Recuerden, esto no está sucediendo en una oficina o una casa confortable y calefaccionada de alguna ciudad del mundo, los hechos que relato suceden a más de 5.000 metros de altitud, Alexandrine lo vivió aproximadamente en el año 1910, digamos que a principios del siglo 20, y lo que sucede no es extraordinario sino una casi tradición, una particularidad que parece practicaban varios anacoretas, en éstas alturas el frío es intenso, en invierno mucho más.
Pasaban los días y ninguna novedad había, el aspirante se quedaba en compañía del discípulo, muchas veces expuesto a los rigores del clima, la espera podía llegar hasta un año, recién entonces el maestro ordenada al discípulo que el aspirante pasara.
¿Cuál era la finalidad de esto? Muy simple y sencillo, de esa forma, el maestro sabía si el aspirante tenía la vocación necesaria, así sabía si quien lo requería estaba preparado para él, así sabía si un fuego de fervor por su saber lo alimentaba, evitándose pérdidas de tiempo, no creo que desilusiones.
Cuando escuchamos relatos como estos, pensamos, vistos desde la actualidad, un relato así, una especie de pintoresco cuento de fantasía, que si sucedió, ya imposible.
Más pensando habituados a una sociedad de consumo, que con el dinero necesario, ese maestro abriría la puerta rápidamente.
Esta forma me marcó, me di cuenta el otro día muy gráficamente, me di cuenta que la he practicado y la practico, no tengo una cueva, no estoy en la montaña, no dispongo de nieve, y claramente comprendo que todos estos elementos, desde el original concreto relato que cité, pueden ser reemplazados por valores que en el símbolo, significan y obran del mismo modo.
Puedo no contestar un mail por semanas y meses, estoy observando, los que no son tratarán de hacerse notar de algún modo y en ello mostrarán quienes de verdad son, algunos se pondrán agresivos por pensar vaya a saber que cómo se los desconsidera, esa aparente desconsideración es la nieve y el frío en la altura.
Supongamos que en este mundo de la net me gusta una mujer, nos gustamos, el año pasado tuve un fallo terrible en mi juicio, eso me marcó, ésta mujer nueva que aparece me plantea, hablamos, voy viendo cómo se da o no, interesado en ella auténticamente exploro lo que me dice junto a lo que leo en su rostro, sus gestos que veo en las fotos, la elección misma que ha hecho para mostrar de sí, dónde las grietas observadas en el discurso de nuestros intercambios, y las observo diciéndolas.
La gente no está acostumbrada a eso, ya he hablado de la hipocresía y cómo nos educan a ella, yo sé que los tontos, tontos por perder el tiempo, con tal de pasar una buena noche, matar una soledad que los incomoda, no le dan importancia a nada.
Quiero pasar mucho más que una buena noche, sé lo que soy, valgo, doy.
Mi nieve de alturas será rascar al otro, impacientarlo, quiero saber si es amoroso, si es paciente, si es comprensivo, si está facultado a tenerme, si soportará mi energía, prefiero hacerlo antes que nos veamos a los ojos, donde la mirada potente y la fuerte fluencia tiendan a corriente sus redes e imantados ya no podamos de pasión soltarnos y para hacerlo las heridas sean necesarias.
Los débiles se sienten agredidos, no jugados, son literales, lineales, no interpretativos, simbólicos que sepan extraer de las palabras su verdadero contenido, quieren la cosa rápida, yo la del tiempo.
No se preguntarán ¿porqué ésta persona hace esto? En vez de creer que esa persona es eso, si tuvieran el mismo grado, se darían cuenta de quién es uno.
Mi mente no es usual, no soy una persona usual, a la vez, me he preparado mucho, tengo mucho en que ocuparme, cuando esculpo vivo en otro planeta, el planeta escultura, cuando pinto en el planeta pintura, cuando hago el blog en el planeta comunicación de lo vario, siempre he hecho en lo que hice, dedicado al ciento por cien, acostándome con ello, soñando y pensando, examinando en mis sueños inclusive, parejas mías que lo fueron pueden atestiguarlo, más de una vez me desperté diciendo una frase que era conclusiva, volví así dormido la cabeza a la almohada y seguí durmiendo, ya en paz de haber encontrado la llave que al otro día, seguramente usaré, no lo entiende cualquiera, eso lo sé, un día el trabajo estará hecho. No aquí yo, pero el conjunto será recogido, o no, mas sé lo que hice en la integralidad y en mi integridad.
Así veo pasar sarcasmos, desconsideraciones, interpretaciones erróneas, resentimientos, juicios elusivos soterrados en comentarios presuntamente inocentes, que el emisor malintencionado y yo sabemos que contienen.
Mi hacer, desgraciadamente, también está hecho de desprecios, mucha gente me ha despreciado en mi vida, los cercanos son los que más me han dolido, me han sacado del rumbo cuando estaba verde, no más ahora, les deseo buena vida.
En todo caso, a unos y a otros, así lo he aprendido de los humanos, los veo pasar, guardo silencio, puesto en el templo sagrado de mi espíritu de mi cueva de anacoreta, donde sé, cómo ignorar el frío, no espantarme de la nieve ni del hielo, abonar aún así la tierra que pasados estos, verá nacer la primera flor, luego de inclemente invierno, sabiendo en la felicidad, que en la vida todo es ciclo, que el invierno existe, que la primavera es una estación de otras.
RM
Ricardo Marcenaro
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