Poesia: Juan L. Ortiz - Alma. sobre la linde... - Colinas. colinas... - Links
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Poesia: Juan L. Ortiz - Alma. sobre la linde... - Colinas. colinas... - Links | Posted on 15:08
Alma, sobre la linde...
Alma,
sobre la linde de ese aparecido de amarillo
en una acequia de limbo,
alma,
por qué tiritas,
si la melancolía, no lo ves?, pasa a su cielo, allá,
casi en seguida
encima del platino que pareciera el en sí
del río.
y encima del infinito que se redime,
agónicamente,
de las islas?...:
don de amor, por qué no?,
ella,
don de amor que se revela, es cierto, luego de cernirse
por un imposible de hojillas
y un imposible de nomeolvides,
pero que no puede menos de estirarse y estirarse, arriba,
en una iluminación
de hilas
que querrían curar la lividez, aún,
de la frente del anochecer
con una demora de rosa solamente, ay, solamente, todavía,
para la veladura del fin...
Es que Junio, en este momento, por ahí
sube, sube de los juncos,
y afila hasta el hielo las pestañas de la soledad
contra las “ánimas” de la crecida,
todas las “ánimas”
que ni al unirse, paradojalmente, y ser la propia desesperación
del aire
yéndose por sus heridas,
no han de tener otros ecos que ésos de sus letanías
en una invocación como a sí mismas,
se dirá,
en la misma espiral que anhelaría tocar, ay,
el sentimiento de Sirio. ..
ello en la línea de ese juego que ha de repetir
en la mirada del miedo
o en la pupila, si quieres, del destino de esas lástimas,
los guiños de la eternidad
o las raicillas que hundirán los años-luz,
en la quimera, también,
de la piedad de un abismo,
cuando los narcisos del origen, tal vez, con sus vigilias de
milenios,
y mares de silencio
entre sí,
desaparecieran, en qué antes?, bajo los remolinos de las
tinieblas,
en las avenidas del éter...
o volviesen a su llamamiento del principio
por los países de Alicia
hacia el amor de una nube…
Pero qué podrías hacer desde aquí, o desde tras de los visillos…
qué podrías hacer, siquiera,
por esos prójimos de silencio
que en este momento han de atar a su “cubil”
para una vela sin vela
entre una vela de estertores y de chasquidos
por ceñirles,
serpentinamente, las pajas?
Qué podrías hacer, di?
Podrías, acaso, desenredar ese silencio
a los fines de la voz
que enfrentará a las “diademas del sur”,
sí, del mismo “sur”?
—Mas mi privación del presente
no me induce, no, a olvidar la privación que “fantasmea”, me
permitiríais,
que “fantasmea “ las lamentaciones,
o que “fantasmea”, mejor, lo que el pajonal ha de decir
al aguzar una brisa...
Pero quién declararía, quién, que los mismos suspiros
que atraviesan unas muselinas
y se niegan, en realidad, de alguna manera,
los suspiros
al unirse y presionar, aunque misteriosamente, sobre las
ligaduras del atardecer
o la mudez de los anegadizos
no pudieran ayudarles, así, a liberar su metal,
para cuando, a su vez,
deban ellas inundar las constelaciones de las vías
o del propio frío,
con el coro de las cuentas?
—Sí, pero mientras,
cuántos, cuántos, sin alcanzar una ramilla
sobre la espuma y los nudos...
los nudos...
—Quién sabe... las callosidades hoy día
se habitúan, ligerísimamente, a calzar las siete leguas…
—Y hacia ellos, después,
la invasión de lo que ahora sólo ha de dar contra su llanto
en el rebote del llanto?
—Si continuasen, desde luego, cerrando la “familia”
a las “compañías” del viaje
que deben de esperar, a cada diluvio, desde
lo espectral o lo invisible,
y bajo las lunas, aún,
lo que en el Arca ha de venir
alguna vez, no?:
las cepas de ese linaje que irá salvando de su noche
a las sensitivas del agua,
en el camino de la mirada que no temblará,
no, en la relación,
ni en la participación,
fuera de los niveles y de la tristeza,
tal vez...
o en el camino del reencuentro, a través del
azul,
con el presente,
quizás,
de las criaturas de las profundidades...
y en esa caña, consecuentemente, sin divisiones, del sufí,
el hálito, nuevamente, uno, uno,
con la melodía...
Alma,
sobre la linde de ese aparecido de amarillo
en una acequia de limbo,
alma,
por qué tiritas,
si la melancolía, no lo ves?, pasa a su cielo, allá,
casi en seguida
encima del platino que pareciera el en sí
del río.
y encima del infinito que se redime,
agónicamente,
de las islas?...:
don de amor, por qué no?,
ella,
don de amor que se revela, es cierto, luego de cernirse
por un imposible de hojillas
y un imposible de nomeolvides,
pero que no puede menos de estirarse y estirarse, arriba,
en una iluminación
de hilas
que querrían curar la lividez, aún,
de la frente del anochecer
con una demora de rosa solamente, ay, solamente, todavía,
para la veladura del fin...
Es que Junio, en este momento, por ahí
sube, sube de los juncos,
y afila hasta el hielo las pestañas de la soledad
contra las “ánimas” de la crecida,
todas las “ánimas”
que ni al unirse, paradojalmente, y ser la propia desesperación
del aire
yéndose por sus heridas,
no han de tener otros ecos que ésos de sus letanías
en una invocación como a sí mismas,
se dirá,
en la misma espiral que anhelaría tocar, ay,
el sentimiento de Sirio. ..
ello en la línea de ese juego que ha de repetir
en la mirada del miedo
o en la pupila, si quieres, del destino de esas lástimas,
los guiños de la eternidad
o las raicillas que hundirán los años-luz,
en la quimera, también,
de la piedad de un abismo,
cuando los narcisos del origen, tal vez, con sus vigilias de
milenios,
y mares de silencio
entre sí,
desaparecieran, en qué antes?, bajo los remolinos de las
tinieblas,
en las avenidas del éter...
o volviesen a su llamamiento del principio
por los países de Alicia
hacia el amor de una nube…
Pero qué podrías hacer desde aquí, o desde tras de los visillos…
qué podrías hacer, siquiera,
por esos prójimos de silencio
que en este momento han de atar a su “cubil”
para una vela sin vela
entre una vela de estertores y de chasquidos
por ceñirles,
serpentinamente, las pajas?
Qué podrías hacer, di?
Podrías, acaso, desenredar ese silencio
a los fines de la voz
que enfrentará a las “diademas del sur”,
sí, del mismo “sur”?
—Mas mi privación del presente
no me induce, no, a olvidar la privación que “fantasmea”, me
permitiríais,
que “fantasmea “ las lamentaciones,
o que “fantasmea”, mejor, lo que el pajonal ha de decir
al aguzar una brisa...
Pero quién declararía, quién, que los mismos suspiros
que atraviesan unas muselinas
y se niegan, en realidad, de alguna manera,
los suspiros
al unirse y presionar, aunque misteriosamente, sobre las
ligaduras del atardecer
o la mudez de los anegadizos
no pudieran ayudarles, así, a liberar su metal,
para cuando, a su vez,
deban ellas inundar las constelaciones de las vías
o del propio frío,
con el coro de las cuentas?
—Sí, pero mientras,
cuántos, cuántos, sin alcanzar una ramilla
sobre la espuma y los nudos...
los nudos...
—Quién sabe... las callosidades hoy día
se habitúan, ligerísimamente, a calzar las siete leguas…
—Y hacia ellos, después,
la invasión de lo que ahora sólo ha de dar contra su llanto
en el rebote del llanto?
—Si continuasen, desde luego, cerrando la “familia”
a las “compañías” del viaje
que deben de esperar, a cada diluvio, desde
lo espectral o lo invisible,
y bajo las lunas, aún,
lo que en el Arca ha de venir
alguna vez, no?:
las cepas de ese linaje que irá salvando de su noche
a las sensitivas del agua,
en el camino de la mirada que no temblará,
no, en la relación,
ni en la participación,
fuera de los niveles y de la tristeza,
tal vez...
o en el camino del reencuentro, a través del
azul,
con el presente,
quizás,
de las criaturas de las profundidades...
y en esa caña, consecuentemente, sin divisiones, del sufí,
el hálito, nuevamente, uno, uno,
con la melodía...
Colinas, colinas...
Colinas, colinas, bajo este Octubre ácido...
Colinas, colinas, descomponiendo o reiterando matices aún
fríos.
O no pudiendo decir plenamente el oro y el celeste, fluidos, de
los cultivos.
Nos dueles, oh paisaje que no puedes cantar en la tarde agria
e indecisa,
lleno de escalofríos bajo las nubes tenaces e inquietas todavía
de tu sueño
y estás solo, solo, solo, con la angustia y el desamparo de tus
criaturas.
Pero aun si cantaras el canto no se oiría casi.
Oiríamos sólo el ruido de los carros largos con su carga de
desesperación.
Oiríamos sólo el silencio de los niños y de las mujeres junto
a los ranchos transparentes.
Veríamos sólo la figura deshecha con la bolsa al hombro sobre
la cima de la loma.
Veríamos sólo esos arrabales de las Estaciones, oh campos de
Entre Ríos con aún países absolutos de injusticia,
oh campos de Entre Ríos hechos para la dicha
de los que os evocaron esa aurora florecida que aún no canta
y que es extraña al día.
Otro será el paisaje mañana en las mismas líneas puras.
Cantará con un múltiple canto entre las casas próximas con
mesas, ah, seguras y con libros y músicas.
Como de la noche de su alma del sueño de los campos el
hombre extraerá toda la maravilla.
No más dividido, no, con el hermano ni consigo mismo ni
con la tierra, el hombre.
Uno consigo mismo y con el mundo para crearse sin fin en la
gracia más alta de la criatura,
y sonreír al rostro cejante de la sombra.
Colinas, colinas, bajo este Octubre ácido...
Colinas, colinas, descomponiendo o reiterando matices aún
fríos.
O no pudiendo decir plenamente el oro y el celeste, fluidos, de
los cultivos.
Nos dueles, oh paisaje que no puedes cantar en la tarde agria
e indecisa,
lleno de escalofríos bajo las nubes tenaces e inquietas todavía
de tu sueño
y estás solo, solo, solo, con la angustia y el desamparo de tus
criaturas.
Pero aun si cantaras el canto no se oiría casi.
Oiríamos sólo el ruido de los carros largos con su carga de
desesperación.
Oiríamos sólo el silencio de los niños y de las mujeres junto
a los ranchos transparentes.
Veríamos sólo la figura deshecha con la bolsa al hombro sobre
la cima de la loma.
Veríamos sólo esos arrabales de las Estaciones, oh campos de
Entre Ríos con aún países absolutos de injusticia,
oh campos de Entre Ríos hechos para la dicha
de los que os evocaron esa aurora florecida que aún no canta
y que es extraña al día.
Otro será el paisaje mañana en las mismas líneas puras.
Cantará con un múltiple canto entre las casas próximas con
mesas, ah, seguras y con libros y músicas.
Como de la noche de su alma del sueño de los campos el
hombre extraerá toda la maravilla.
No más dividido, no, con el hermano ni consigo mismo ni
con la tierra, el hombre.
Uno consigo mismo y con el mundo para crearse sin fin en la
gracia más alta de la criatura,
y sonreír al rostro cejante de la sombra.
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In the blog: Solitary Dog Sculptor I, the alphabetical guide is on the right side of the page
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En el blog: Solitary Dog Sculptor I, la guia alfabética está en el costado derecho de la página
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