miércoles, 4 de marzo de 2015

Poesia: Concha Garcia - Todos los días son iguales - Brinco de sorpresa - Escena en un mar - Momento en junio - Links a mas CG








Todos los días son iguales


        Mecánicamente asiste a donde debe ir
        logra inclinar la cabeza, luego vuelve
        una resaca, un pánico
        ciertas bellezas.

        1994

        



        De "Cuántas llaves" 1998

        Brinco de sorpresa

        Podríamos incluso contemplar sin fastidio
        ese amontonamiento de lo que ahora está bien.
        Volver al deleite, anticiparse una vez más
        a una especie de pérdida bajo las hojas
        de papeles, en la cocina, los diarios,
        la publicidad en el buzón, las hojas del campo,
        y qué solos estamos cuando todo está bien,
        qué pereza subir la escalera, qué rencor
        de peldaños.

        1998





        Escena en un mar
        Todo lo que dice bordea el asunto.
        Habla de tierra rara, de un hotel,
        de varios obstáculos. Una mirada
        complaciente casi le abraza. Llega
        de un remoto trazo de letra. A cualquiera
        no le escriben. Tengo miedo
        de abrir los regalos, los dejo a la sombra
        del mueble. Si hubiese en ellos
        esa señal acabaría tirándome por la ventana.
        Es mucho mejor que las habitaciones
        de ese hotel... y después, fíjate,
        resulta un desencanto el envoltorio.
        Quiere lo que esconde la arena
        ese vaivén que sólo el viento
        es capaz de insinuar con su fuerza.
        Me dice: Transcurren los días encerrada
        todavía no he acabado la novela
        me cuesta dejar la casa que no tuve
        sueño con habitaciones sin puertas
        hoy ha llovido. Me duele la cabeza.
        A veces me eclipsa el tarot y me decido.
        Aquel viejo ajuste de cuentas me preocupa
        en sus melodías borrosas. Ya no es
        la que era. ¿Quién es la que era?
        Un trío de jóvenes afina la garganta
        van a cantar y el ruido es espantoso.
        Habla a borbotones y cae de su cabeza
        un péndulo justiciero, una cana
        que ha dejado henchido su corazón.
        Mis planes están lejos
        nadie ha oído nunca lo que dije.
        Cuando llega la serpiente yo me enrosco
        y construyo el hotel con soledades.
        ¿Quién lo habita? le pregunto.
        Un camarero sesentón lee la prensa
        tiene espalda de camionero y ojos
        de haber visto pocas cosas. No nos mira.
        Por fortuna todavía me queda tiempo
        lo sueño en los libros. Estará
        lleno de poetas. ¿Poetas?
        Tu hombre antiguo está reproducido
        en la caída de tu labio. Predices
        un porvenir que sólo es concedido a los extraños.
        ¿Y por qué poetas? Porque están solos
        y desayunaremos juntos. ¡Ah, cuánto
        he amado! Qué hipócrita confesión
        y qué sincera. Veo tu fingir estar despierta,
        una voz que corre por la terraza
        de una casa que tuve. Una barriga
        indispuesta. Un ¿quién lo ha hecho?
        ¿A estas horas cómo pude haberlo hecho?
        Pero qué hiciste. Sumisas decisiones
        en el fondo. Y me repite: Todavía
        soy hermosa, me dijo el ginecólogo
        que se puede hasta los cuarenta y cinco.
        Mis madrugadas son terribles
        pongo música y recuerdo canciones
        no te puedes imaginar lo que me pesa
        el estribillo de las de cuna.
        Todavía no hemos muerto. Otra cerveza.
        Durante media hora se callan los músicos.
        Me voy hacia atrás con ella,
        nos percatamos de una vieja deuda
        porque nos hemos equivocado de vaso.
        Te quise tanto. ¿A mí? ¿A mí me quisiste?
        ¿Qué hora es? Tu deseo es confuso.
        Fíjate, es una tierra sola que da al mar
        llena de poetas desayunando conmigo.
        Yo sé que tu ex amante desapareció entonces,
        quería la gloria y se hizo famoso e inaccesible.
        ¿Cómo puedes reprochármelo?
        Los misterios insondables no existen
        si no se adora un cuerpo. Esta escena
        de pasión me parece muy sórdida.
        Es una tierra llena de rabia. Yo salgo
        de una ventana y contemplo un mar
        desgajado del paisaje.
        Anula las huellas y pone pisadas.
        Estamos rodeadas de ropa tendida
        bamboleándose. Crecen arbustos
        y se encaraman en una mesa plegable.
        Veo restos de un desayuno entre varios,
        la imaginación de los que estuvieron
        ha formado una nube de pensamientos
        que se deshace, como un recuerdo helado
        sobre el cubo de fregar.
        El agua estancada formula paradojas.
        Tú tiras su contenido a la tierra,
        la tierra llena de rabia desgaja los poemas
        se traga los silencios, las muecas y los gestos
        de los que aquí estuvieron.

        * * *

        Momento en junio

        Se van.
        Hacen cloc clac, como si chocaran.
        Crujen dentro y fuera del agua,
        están en otra parte: vuelan.
        No hay números infinitos
        sólo los que dividen unidades.
        Mi mejor chaqueta para el espectáculo.
        Tú estabas más vieja. No es la edad,
        sino las señales. ¿Averiguaste dónde
        en qué lugar se forman?
        Una dentro de otra, como gemelas,
        son agujeros en una vida llana
        que pretende altibajos sin emociones.
        Parecías una laguna sin vida interior
        cuyas ondas te daban un semblante
        de ninfa poco aureolada.
        Yo me convertí en la pesadilla
        y hacía ruido cuando me movía,
        hacía clong-clong, y se alejaba
        todo lo que tenía ganas de acercarse.
        Formé una ladera de restos
        como cuando subes a una loma
        y encuentras una incineradora de basura
        cuyas cimas se dibujan
        porque varias gaviotas te inquietan
        alineadas sobre los plásticos.
        Recordé cómo llegué aquí
        y mis pies crecieron. Cómo
        no haber llegado. Me fui acercando
        a un presente que estuvo presente.

        1998







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