Ricardo Marcenaro bitácora - El arte es para Quijotes o niños, no para gamberros o pelotudos.

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in | Posted on 0:24


Elevate - Leva
in a particular collection
 
A medias con Percepciones III y a medias con un poema largo que va para extensión La Ilíada.

Cómo me odio, no soporto escribir largo, en los poemas peor, me cuesta tanto, me da tanto dolor de cabeza. Y siempre los tiro.

Guiso de maíz blanco al costado, humeante, hay que dejarlo atemperarse.

Como, y me voy a la cama, así me despierto a la madrugada, 3 o 4 de la mañana, a ver si puedo seguir el hilo de algo, hoy produje, nada me satisfizo.

Mañana me pongo a esculpir, así me sigo no satisfaciendo, pero ejercito. Estoy fastidioso. No es así.

¿Por qué aún no hice la publicación del aviso de las clases? Mmm, no sé, extraños que luego dejan de serlo, yo obsesivo, que me meto dentro de ellos y ya empiezo a depender, que los tengo adentro de mi cabeza, que me dedico, lo que no se van a dedicar, creo que pasa por ahí, todos los días a cada minuto aunque no estén, pensándolos, buscándoles las llaves a cada uno, que los abra, los haga…

Uno puede inspirar, ser inolvidable en la vida de los demás, de aquellos que han entrado en mí vida, para bien y para mal, pero, pero… ¿pero qué?, ¿pero siempre solo Ric?, ¿pero no desilusionarse?, ¿y si sin peros?, ¿desde cuándo tantos peros?, ¿es el panorama?, ¿tanto soldadito de hojalata?, ¿tanto indiferente?, ¿qué es?, ¿animus desertis?, ¿perderse para todos?...

Con Marco y Laure hablábamos de eso, de perdernos tras la obra, que éramos un desastre para el dealer que quiere ponerte enfrente de situaciones que detestas, en las que te sientes como un muñeco de torta con una sonrisa plastificada en medio de la empalagosa crema.

Que lo único que nos importa es hacer la obra, que lo demás no importa nada, que de ahí no sale nada, solo conflicto, no la felicidad del hacer, el aire entrando a toda caldera en los pulmones, las venas hinchándose como rieles que palpitan como crestas de mar, la piel que brilla perlada de virutas de luna trasegadas de madero, como esa impresionante y total sensación de perderse de uno mismo, abandonado de ese fastidioso uno mismo, desprendido totalmente del repugnante yo, con esa sensación espléndida de estar haciendo el amor durante horas y horas de éxtasis continuado en el tope.

Quien ha sentido eso ¿qué otras cosas querría? Al lado de esa sensación, todo es pasajero. Maldita bendita escultura, maldito bendito oficio.

Oficiar, como en una ceremonia, hecho líquido, hecho fuego, elevado al aire mirando al cielo, tomado por él, zurrado por la tierra desde los pies, rasgando el corazón de raíces que se hacen raigambres y crecen y crecen sin fin ni sentido, solo por alimentar ese altar solar de sangre y pan donde se consagra el Eros con el Divino.

¿Quién quiere aprender eso?, ¿quién se da tanto que no se aterroriza de sentirlo?, ¿rodeado de apocados que tiene miedo de ser?, ¿Qué sospechan violaciones y necesitan acompañarse de algún amigo a la clase pues tienen un zapato en el cerebro, falta de mundo, educación deficiente, ceguera prepotente, oquedad postradora?

A veces lo que veo, me da ganas de tener la mano con filo y metida por el plexo arrancarles el corazón para que se lo miren sangrando y vean el milagro que desperdician y volvérselos a colocar y decirles, ahora que lo tuvieron presentado frente a la cara, que ahora que lo han visto, le respondan latiendo ellos, incanzables.

Pero si no se tiene alma de volcán, sangre de lava, voluntad de sulfuro que todo lo que se les ponga enfrente lo fundan y lo rehagan, ¿qué enseñarles?, ¿ese poco me van a dar?

Al maestro hay que exigirlo para que saque lo mejor, pero el maestro debe arrancarlos, solo así serán, no una imitación del maestro, serán ellos arrancados, por necesidad imperiosa, rehechos, rehaciéndose, abandonados de tanta seguridad del inseguro que portan, en el que están incómodamente cómodos, removido de esa manera reasegurarse, asegurarse, dominarse, expulsar/se.

¿Pero a quién le gusta vomitar?, ¿a quién vomitar lo más profundo?, aquello que no quieren ver… ¿es posible esculpir o hacer arte de otra forma?

Mi NO es mayúsculo.

El arte es para Quijotes o niños, no para gamberros o pelotudos.

Un niño no teme jugar, un Quijote se llama a su juego y embiste lo que inventa, eso es hacer arte.

Ricardo Marcenaro










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