Ricardo Marcenaro bitácora - Ser o no Ser - Music: Astor Piazzolla - Oblivion - Eugene Sidorov (oboe) and the State Symphony Orchestra of Tatarstan
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Ricardo Marcenaro bitácora - Ser o no Ser - Music: Astor Piazzolla - Oblivion - Eugene Sidorov (oboe) and the State Symphony Orchestra of Tatarstan | Posted on 11:59
Ser o no Ser,
he aquí la cuestión
William Shakespeare
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Eugene Sidorov, oboe, and the State Symphony Orchestra of Tatarstan
conductor Fuat Mansurov
Russia, Kazan, 2005
conductor Fuat Mansurov
Russia, Kazan, 2005
Nunca pude construirme en lo híbrido, es que necesitaba construirme, no imitar, por eso, bien o mal, me fui definiendo.
Lo mío era y es, acéptame porque Soy, no porque parezco.
Nunca temí a las bofetadas, recibí muchas, preferí la claridad del que no acepta ser doblado para entregando sus principios activos plegarse a la manada que marcha en la culpa, el personal conflicto, la ilusión de un futuro o un presente en algún paraíso artificial.
Ese fue un duro trabajo y lo más duro ya pasó, el trabajo se hizo y es imposible ya volver para atrás, detener el natural movimiento de la ola que me lleva en el amor, en un amor grande que solo se llama: amor. Cosa que es todo lo contrario al egoísmo.
El egoísmo es el cultivo de la imagen que de nosotros tenemos cargada de la ficción que por la propia mitología de evadirnos generamos en refuerzo para no ser penetrados por una bondad transparente que nos revele el error.
El egoísmo como el ego, no soportan ni la crítica ni la observación a las que juzgan como ataque.
Esto revela la debilidad de su construcción, pues lo fuerte bien se defiende sin necesidad de hacerlo, solo con su acción y presencia, con la razón de su misma esencia, impone claridad y respeto.
No es fácil la práctica de la transparencia en un mundo gustoso de placeres que duermen y que una vez hechos mecánico vicio: reclaman cuota que a su falta hacen temblar al edificio cuyas bases no han sido construidas correctamente, esta mecánica no aceita, lima.
Detrás, al costado y por delante de todo esto, el miedo al Ser, la ignorancia del Ser. O simple y sencillo: el miedo.
Todos tenemos el miedo, con miedo se lucha hasta que el miedo desaparece y la lucha define, en la ganancia o la perdida, la costumbre de enfrentar al miedo, termina derrotándolo.
Pero el miedo es un joven viejo y un viejo joven que está ahí, sabe encubrirse, es como célula de cáncer que en la latencia espera la amargura de la carne para desarrollarse y explotar como negra flor de la muerte que apoderándose de la voluntad de vivir secuestra al Ser, para no ser más.
Todos los Seres, sin excepción, estamos sometidos a esta lucha de la conquista del SER, nadie escapa a ello.
Si en nuestra sociedad contemporánea queremos analizar el brutal crecimiento de las fobias, por ejemplo, por solo citar alguna de las expresiones que en la patología decretan dicha manifestación notoria, tanto como los ataques de pánico (panic attack), abuso de alcohol y drogas, violencia urbana etc. etc. de auto prisiones al que el humano se esclaviza haciéndose carne de la fiera que los hace esclavos…, es por este terrible problema que la sociedad del consumo con su nebular ficción de existencia en el paraíso que logra obteniendo los fetiches propuestos que vienen a reemplazar con lo que en la práctica de la transparencia se descarta por el cultivo de los bienes interiores y no exteriores.
Sin extremos entre los axiomas que dirigen este tipo de sociedad y la transparencia propuesta en la conducción de lo personal, un balance que descartando lo inútil para el Ser de la primera y aporte a lo útil de la segunda aquí propuestas, comenzará a accionar positivamente.
Esto sucederá si nos decidimos a trabajar sobre la propia conciencia abandonando ideas idílicas, lejanas o simplemente hipócritas, bajándolas a la realidad de vernos desnudos de mito cualquiera, aceptando nuestras limitaciones y reconociéndolas y no teniendo miedo a nuestros pensamientos que salidos del silencio quedarán expuestos para que con una nueva conciencia laboremos sobre ellos, que en final, son el motor que nos mueven y determinan.
Sobre todo eso, una espiritualidad se ampliará manifiesta, la que accionará el campo del alma, que es el único bien que hemos de llevaremos cuando dejemos esta vida y será lo único en lo que la paz y la felicidad verá realización aquí en esta vida a través del desarrollo del Ser y en la otra en el Ser o no Ser desarrollado.
Lo mío era y es, acéptame porque Soy, no porque parezco.
Nunca temí a las bofetadas, recibí muchas, preferí la claridad del que no acepta ser doblado para entregando sus principios activos plegarse a la manada que marcha en la culpa, el personal conflicto, la ilusión de un futuro o un presente en algún paraíso artificial.
Ese fue un duro trabajo y lo más duro ya pasó, el trabajo se hizo y es imposible ya volver para atrás, detener el natural movimiento de la ola que me lleva en el amor, en un amor grande que solo se llama: amor. Cosa que es todo lo contrario al egoísmo.
El egoísmo es el cultivo de la imagen que de nosotros tenemos cargada de la ficción que por la propia mitología de evadirnos generamos en refuerzo para no ser penetrados por una bondad transparente que nos revele el error.
El egoísmo como el ego, no soportan ni la crítica ni la observación a las que juzgan como ataque.
Esto revela la debilidad de su construcción, pues lo fuerte bien se defiende sin necesidad de hacerlo, solo con su acción y presencia, con la razón de su misma esencia, impone claridad y respeto.
No es fácil la práctica de la transparencia en un mundo gustoso de placeres que duermen y que una vez hechos mecánico vicio: reclaman cuota que a su falta hacen temblar al edificio cuyas bases no han sido construidas correctamente, esta mecánica no aceita, lima.
Detrás, al costado y por delante de todo esto, el miedo al Ser, la ignorancia del Ser. O simple y sencillo: el miedo.
Todos tenemos el miedo, con miedo se lucha hasta que el miedo desaparece y la lucha define, en la ganancia o la perdida, la costumbre de enfrentar al miedo, termina derrotándolo.
Pero el miedo es un joven viejo y un viejo joven que está ahí, sabe encubrirse, es como célula de cáncer que en la latencia espera la amargura de la carne para desarrollarse y explotar como negra flor de la muerte que apoderándose de la voluntad de vivir secuestra al Ser, para no ser más.
Todos los Seres, sin excepción, estamos sometidos a esta lucha de la conquista del SER, nadie escapa a ello.
Si en nuestra sociedad contemporánea queremos analizar el brutal crecimiento de las fobias, por ejemplo, por solo citar alguna de las expresiones que en la patología decretan dicha manifestación notoria, tanto como los ataques de pánico (panic attack), abuso de alcohol y drogas, violencia urbana etc. etc. de auto prisiones al que el humano se esclaviza haciéndose carne de la fiera que los hace esclavos…, es por este terrible problema que la sociedad del consumo con su nebular ficción de existencia en el paraíso que logra obteniendo los fetiches propuestos que vienen a reemplazar con lo que en la práctica de la transparencia se descarta por el cultivo de los bienes interiores y no exteriores.
Sin extremos entre los axiomas que dirigen este tipo de sociedad y la transparencia propuesta en la conducción de lo personal, un balance que descartando lo inútil para el Ser de la primera y aporte a lo útil de la segunda aquí propuestas, comenzará a accionar positivamente.
Esto sucederá si nos decidimos a trabajar sobre la propia conciencia abandonando ideas idílicas, lejanas o simplemente hipócritas, bajándolas a la realidad de vernos desnudos de mito cualquiera, aceptando nuestras limitaciones y reconociéndolas y no teniendo miedo a nuestros pensamientos que salidos del silencio quedarán expuestos para que con una nueva conciencia laboremos sobre ellos, que en final, son el motor que nos mueven y determinan.
Sobre todo eso, una espiritualidad se ampliará manifiesta, la que accionará el campo del alma, que es el único bien que hemos de llevaremos cuando dejemos esta vida y será lo único en lo que la paz y la felicidad verá realización aquí en esta vida a través del desarrollo del Ser y en la otra en el Ser o no Ser desarrollado.
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