Solitary Dog Sculptor I

Los gatos no andan en bicicleta,

Dos desconocidos no se encuentran en una frontera en medio de la montaña en bicicleta,

Las bicicletas no trepan las paredes, no escriben, no viajan a la luna, no son diplomáticas y ni siquiera esculpen,

Los gatos no cuentan maíces, no escriben libros, no les gusta pedalear, no se meten a la cama a tomarse un vaso de vino y no les gusta fumar,

Los niños que esperan papá no le dicen papá al esperado, ni le dicen madre a la esperada y esperar encima una hermana de regalo, no, la vida no regala tanto,

Los escritorios no hacen cuentas, no saben ordenar las boletas, no van corriendo a las fundaciones, no saben ducharse de cargas acumuladas en medio del trabajo, ni siquiera saben bailar cuando escribimos,

Tampoco los caminos se hacen un nudo detrás de un moño galáctico donde alguien no visto nos recuerda algo que nos dijo y nos gustó, como un eco de música de plexo a golpe de ilusión, corazón, o como se llame lo que golpea,

Los caballos no vuelan, la avena no se ríe, las piedras no bailan el Twist, los cubiertos no nos peinan, desgraciadamente las alfombras no vuelan por más que nos sentemos y con los ojos cerrados hagamos fuerza como cuando éramos niños y las sentíamos volar aunque siguiéramos anclados al piso,

Las computadoras no nos reprenden, las teclas no son jabones, el anotador no es un mazo, ni una gubia, ni tu labio, los relojes no caminan, los mensajes vienen y van entre las estacas que ignoran los jardines, las flores de los jardines no tienen manos, los tallos no son cuellos, los aromas de los pétalos no son los aromas entre la cabeza y la oreja de alguien que se duerme enamorado en el cielo,

Y aún así, al mirarnos, todos los no se hacen humo.

Ricardo Marcenaro