Poesia: Edgard Allan Poe - Antologia - Parte 2 - A Mi Madre (soneto) - Para Annie - Link
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Poesia: Edgard Allan Poe - Antologia - Parte 2 - A Mi Madre (soneto) - Para Annie - Link | Posted on 8:07
A MI MADRE
(Soneto)
——
Porque siento que allá arriba, en el cielo, los
ángeles que se hablan dulcemente al oído, no
pueden encontrar entre sus radiantes palabras
de amor una expresión más ferviente que la de
«madre», he ahí por qué, desde hace largo
tiempo os llamo con ese nombre querido, a ti
que eres para mí más que una madre y que
llenáis el santuario de mi corazón en el que la
muerte os ha instalado, al libertar el alma de
mi Virginia. Mi madre, mi propia madre, que
murió en buena hora, no era sino mi madre.
Pero vos fuisteis la madre de aquella que quise
tan tiernamente, y por eso mismo me sois
más querida que la madre que conocí, más
querida que todo, lo mismo que mi mujer era
más amada por mi alma que lo que esta misma
amaba su propia vida.
PARA ANNIE
——
¡Gracias a Dios! la crisis, el mal ha pasado y
la lánguida enfermedad ha desaparecido por
fin, y la fiebre llamada «vivir» está vencida.
——
Tristemente, sé que estoy desposeído de mi
fuerza, y no muevo un músculo mientras estoy
tendido, todo a lo largo. Pero, ¿qué importa?
Siento que voy mejor paulatinamente.
——
Y reposo tan tranquilamente, en el presente,
en mi lecho, que a contemplarme se me
creería muerto, y podría estremecer al que me
viera, creyéndome muerto.
——
Las lamentaciones y los gemidos, los suspiros
y las lágrimas son apaciguadas entre tanto
por esta horrible palpitación de mi corazón;
¡ah, esta horrible palpitación!
La incomodidad,—el disgusto—el cruel sufrimiento—han
cesado con la fiebre que enloquecía
mi cerebro, con la fiebre llamada «vivir»
que consumía mi cerebro.
——
Y de todos los tormentos, aquel que más
tortura ha cesado: el terrible tormento de la
sed por la corriente oscura de una pasión maldita.
He bebido de un agua que apaga toda
sed.
——
He bebido de un agua que corre con sonido
arrullador, de una fuente subterránea pero
poco profunda, de una caverna que no está
muy lejos, bajo tierra.
¡Ah! que no sea dicho jamás: mi cuarto
está oscuro, mi lecho es estrecho; porque
jamás ningún hombre durmió en lecho igual—y
para dormir verdaderamente, es en un
lecho como éste en el que hay que acostarse.
——
Mi alma tantalizada reposa dulcemente aquí,
olvidando, sin recordarlas jamás, sus rosas, sus
antiguas ansias de mirtos y de rosas.
——
Pues ahora, mientras reposa tan tranquilamente,
imagina a su alrededor, una más santa
fragancia de pensamientos, una fragancia de
romero mezclado a pensamientos, a sabor callejero
y al de los bellos y rígidos pensamientos.
——
Y así yace ella, dichosamente sumergida
en recuerdos perennes de la constancia y de la
belleza de Annie, anegada en un beso a las trenzas
de Annie.
——
Tiernamente me abraza, apasionadamente
me acaricia. Y entonces caigo dulcemente
adormecido sobre su seno, profundamente adormido
del cielo de su seno.
——
Y así reposo tan tranquilamente en mi lecho—conociendo
su amor—que me creéis muerto.
Y así reposo, tan serenamente en mi lecho,—con
su amor en mi corazón,—que me creéis
muerto, que os estremecéis al verme, creyéndome
muerto.
——
Pero mi corazón es más brillante que todas
las estrellas del cielo, porque brilla para Annie,
abrasado por la luz del amor de mi Annie, por
el recuerdo de los bellos ojos luminosos de mi
Annie....
1849.
(Soneto)
——
Porque siento que allá arriba, en el cielo, los
ángeles que se hablan dulcemente al oído, no
pueden encontrar entre sus radiantes palabras
de amor una expresión más ferviente que la de
«madre», he ahí por qué, desde hace largo
tiempo os llamo con ese nombre querido, a ti
que eres para mí más que una madre y que
llenáis el santuario de mi corazón en el que la
muerte os ha instalado, al libertar el alma de
mi Virginia. Mi madre, mi propia madre, que
murió en buena hora, no era sino mi madre.
Pero vos fuisteis la madre de aquella que quise
tan tiernamente, y por eso mismo me sois
más querida que la madre que conocí, más
querida que todo, lo mismo que mi mujer era
más amada por mi alma que lo que esta misma
amaba su propia vida.
PARA ANNIE
——
¡Gracias a Dios! la crisis, el mal ha pasado y
la lánguida enfermedad ha desaparecido por
fin, y la fiebre llamada «vivir» está vencida.
——
Tristemente, sé que estoy desposeído de mi
fuerza, y no muevo un músculo mientras estoy
tendido, todo a lo largo. Pero, ¿qué importa?
Siento que voy mejor paulatinamente.
——
Y reposo tan tranquilamente, en el presente,
en mi lecho, que a contemplarme se me
creería muerto, y podría estremecer al que me
viera, creyéndome muerto.
——
Las lamentaciones y los gemidos, los suspiros
y las lágrimas son apaciguadas entre tanto
por esta horrible palpitación de mi corazón;
¡ah, esta horrible palpitación!
La incomodidad,—el disgusto—el cruel sufrimiento—han
cesado con la fiebre que enloquecía
mi cerebro, con la fiebre llamada «vivir»
que consumía mi cerebro.
——
Y de todos los tormentos, aquel que más
tortura ha cesado: el terrible tormento de la
sed por la corriente oscura de una pasión maldita.
He bebido de un agua que apaga toda
sed.
——
He bebido de un agua que corre con sonido
arrullador, de una fuente subterránea pero
poco profunda, de una caverna que no está
muy lejos, bajo tierra.
¡Ah! que no sea dicho jamás: mi cuarto
está oscuro, mi lecho es estrecho; porque
jamás ningún hombre durmió en lecho igual—y
para dormir verdaderamente, es en un
lecho como éste en el que hay que acostarse.
——
Mi alma tantalizada reposa dulcemente aquí,
olvidando, sin recordarlas jamás, sus rosas, sus
antiguas ansias de mirtos y de rosas.
——
Pues ahora, mientras reposa tan tranquilamente,
imagina a su alrededor, una más santa
fragancia de pensamientos, una fragancia de
romero mezclado a pensamientos, a sabor callejero
y al de los bellos y rígidos pensamientos.
——
Y así yace ella, dichosamente sumergida
en recuerdos perennes de la constancia y de la
belleza de Annie, anegada en un beso a las trenzas
de Annie.
——
Tiernamente me abraza, apasionadamente
me acaricia. Y entonces caigo dulcemente
adormecido sobre su seno, profundamente adormido
del cielo de su seno.
——
Y así reposo tan tranquilamente en mi lecho—conociendo
su amor—que me creéis muerto.
Y así reposo, tan serenamente en mi lecho,—con
su amor en mi corazón,—que me creéis
muerto, que os estremecéis al verme, creyéndome
muerto.
——
Pero mi corazón es más brillante que todas
las estrellas del cielo, porque brilla para Annie,
abrasado por la luz del amor de mi Annie, por
el recuerdo de los bellos ojos luminosos de mi
Annie....
1849.
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