Ricardo Marcenaro bitácora: Ya no sé
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Ricardo Marcenaro bitácora: Ya no sé | Posted on 1:46
Cayó con el peso, nadie quiere pesos, ahí estaba, acribillándole la mente, el peso, con todo su peso, sin olvidarse nada.
Llevaba peso, pues no llegó a los caminos sin peso, no llegaría nunca, lo suyo era la carga y una especie de hipnosis de la consciencia de los discursos en ronda, repetía, pensando que pensaba.
La lluvia se arqueaba sobre su espalda, un extraordinario arcoíris de deformidad le hacía levantar la cabeza como la tortuga que sostenía el mundo de los antiguos, cansada y brillante, una sonrisa de alivio lo inundaba de la piedad de la vida, tocándole el dorso, relajándolo.
Fue de niño, alguna herida que no se cansó de supurar, modificándolo todo, tótem de su existencia con ofrenda de humeo permanente.
Costumbre y comodidad de lo incomodo, que por ignorar, temiendo, queda plantado y se vuelve monumento, recordatorio, giróscopo, planeta muerto, sombra dictadora.
Persona que obvia el tamiz, no gusta adivinar caras entre las entre sombras, se agobian al ver enredaderas, el propio enredo…, coleccionan bolsas, crucigramas resecos, espantapájaros del espíritu.
Así al caer el peso, le va siempre al medio de la nuca, los años la hicieron escalón, una tensión de mármol que no afloja, paraíso de calambres.
Atrofia de encogerse, de retirarse de la vida, llenarla de extrañeza ante cualquier rostro, huyendo discretamente, volviéndose invisible, insonora, queriendo no querer, sentenciada a silencio.
El mismo peso trae rigidez, costumbre de una misma posición, de solo lado, o de dos a tres juegos de solución, no más, eso o su rotundo silencio con los ojos perdidos con un dejo de enojo, enajenado de sí mismo, así la vida no es sueño, anestesia entre anestesias como inmersa en un noticiero eterno, repite y repite su noticia vieja, estruendosa y ya sin efecto.
Quiso amar una vez, su niño muerto en el corazón, su espejo roto, desangrado, desilusión, en vez de madurar: más duró, ¿lloraría a escondidas o su persona, sola, seca, huérfana de todo?
Ya no sé.
RM
Llevaba peso, pues no llegó a los caminos sin peso, no llegaría nunca, lo suyo era la carga y una especie de hipnosis de la consciencia de los discursos en ronda, repetía, pensando que pensaba.
La lluvia se arqueaba sobre su espalda, un extraordinario arcoíris de deformidad le hacía levantar la cabeza como la tortuga que sostenía el mundo de los antiguos, cansada y brillante, una sonrisa de alivio lo inundaba de la piedad de la vida, tocándole el dorso, relajándolo.
Fue de niño, alguna herida que no se cansó de supurar, modificándolo todo, tótem de su existencia con ofrenda de humeo permanente.
Costumbre y comodidad de lo incomodo, que por ignorar, temiendo, queda plantado y se vuelve monumento, recordatorio, giróscopo, planeta muerto, sombra dictadora.
Persona que obvia el tamiz, no gusta adivinar caras entre las entre sombras, se agobian al ver enredaderas, el propio enredo…, coleccionan bolsas, crucigramas resecos, espantapájaros del espíritu.
Así al caer el peso, le va siempre al medio de la nuca, los años la hicieron escalón, una tensión de mármol que no afloja, paraíso de calambres.
Atrofia de encogerse, de retirarse de la vida, llenarla de extrañeza ante cualquier rostro, huyendo discretamente, volviéndose invisible, insonora, queriendo no querer, sentenciada a silencio.
El mismo peso trae rigidez, costumbre de una misma posición, de solo lado, o de dos a tres juegos de solución, no más, eso o su rotundo silencio con los ojos perdidos con un dejo de enojo, enajenado de sí mismo, así la vida no es sueño, anestesia entre anestesias como inmersa en un noticiero eterno, repite y repite su noticia vieja, estruendosa y ya sin efecto.
Quiso amar una vez, su niño muerto en el corazón, su espejo roto, desangrado, desilusión, en vez de madurar: más duró, ¿lloraría a escondidas o su persona, sola, seca, huérfana de todo?
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Gracias :)
qué buen texto, te zarpaste.
Gracias Agus, qué bueno que te gustó :)