Ricardo Marcenaro bitácora - Lo permanente entre la voluntad y el destino
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Ricardo Marcenaro bitácora - Lo permanente entre la voluntad y el destino | Posted on 2:45
RM autorretrato con sombrero salteño
Escuchaba a Dolina que decía, le tengo terror a lo permanente.
A Dolina lo escucho muy de vez en cuando y por pocos minutos, me molesta su vanidad, desconsidera, también el humor con una referencia repetidamente sexual, obvio, que me aburre, no pareciéndome lúcido ni inteligente en la forma que lo hace, lo pesco al paso buscando algo, música, alguna frase, palabra, que me haga clavar el dial por un tiempo mientras preparo para el blog, alguien que diga algo que me signifique algo como ésto que dijo, pescado y para arrancar ésta bitácora.
Nunca he sabido que va a pasar dentro de cinco minutos con mi vida, yo he elegido eso de forma consciente, y mucho más allá de elegirlo, hace muchos años, basado en lo experimentado y visto, me di cuenta de esa verdad totalmente obvia, la vida no está sujeta a nuestra voluntad, ni determinación, ni deseo.
Nuestros propósitos pueden ser muchos o pocos, muy laudables o execrables, neutros o ambiciosos, siempre la vida vista como una forma activa donde factores misteriosos no dilucidables gobiernan, a veces lo llamamos azar pues desconocemos íntimamente sus leyes, ellas determinan que nada está determinado por nosotros, intuimos sintiendo: es muy probable haya una determinación ajena a nosotros dispuesta a marcarnos rumbos.
Estos temas se pueden tomar de un encarar “concreto” (me parece medio arbitrario este uso de lo concreto, ¿qué es lo concreto?) donde factores ambientales, psico-sociales, resuelven, también, se puede ver desde un enfoque divino, de un Dios o de varios, que han escrito un plan por una obra que debemos hacer en nuestras vidas, en escala de pasos, en las cuales vamos siendo probados para meritarnos al Gran Encuentro que la muerte física nos traerá.
He aprendido a huir de las interpretaciones absolutas luego de haberlas hecho en demasía en mis años juveniles donde la tendencia a hacerlo es gigante, cosa que mide del joven físico, no de aquél que tiene el espíritu joven e inclusive infantil (por empuje desmedido y condición de asombro, por condensar ambas características) su incapacidad de comprender, prender, asir con, integrarse a lo visto, pensado en un meditado equilibrio de fuerzas que la dirijan certera.
Sin ser fatalista, creo en predeterminaciones que luego de años de lo sucedido vienen a explicarse en el presente, encontrándonos con el recuerdo de dicha acción perdida en la memoria, trayéndola, nos ponen en la conciencia del por qué de aquello que nos esté pasando, sea logro, perdida, encuentro con otro… ¿a quién no le ha pasado?, ¿o es que vivo de verdad en otro planeta donde lo que veo como realidad a otros nunca se le presenta?
También creo en caminos consecuentes, he visto que muchas veces he estado, habiendo partido de un deseo, obrando inconscientemente para que éste se concrete, lo que no quita el hacer consciente, pero me refiero al factor perdido que en el presente nos causa sorpresa encontrándonos en la situación que nos mueve o conmueve.
En todo ello, los factores psíquicos de cada mente, lo social de aquello que nos rodea, de aquello que elegimos para qué nos rodee, que determina y mucho, también.
Todo hace una suma, así y todo, deslindando factores, no creo que podamos determinarlos para tener un producto que nos lleve a conclusiones totalmente certeras que lógica alguna pueda expresar como una ecuación perfecta, la perfección es un sueño, un ideal, no nos está dada.
Siempre el carácter, la voluntad, la inteligencia que pasando u originándose en todo el cuerpo: sale por el corazón, el plexo, como una manifestación de nuestra belleza, pues belleza es entender dando por natural impulso, forjado en el trabajo-trabajarse, que se haya hecho sobre el ser para Ser.
No puedo tener una cuenta de banco, las tuve, mis parejas han guardado mi dinero, saben que es un tema con el que me llevo dificultosamente, un cliente al que amo me persiguió un año para pagarme, el tenía caja fuerte, ¿para qué quería yo el dinero en mi casa si confiaba ciegamente en él?, comprar nunca a plazos, compro al contado cuando tengo, no sé si mañana voy a estar vivo, o dentro de cinco minutos, no hay nada que quiera con tanta fuerza o necesidad que me obligue a encadenarme sintiéndome con asfixia tal que viva en el permanente fastidio de haber aceptado un programa de neo-esclavitud que me repugna. He estado y visto muchos mundos, como todos, he creado el mío.
Pero es mi carácter, en nada juzgo a los que necesitan hacerlo, a los que gustan hacerlo, respeto la variedad aunque me apenen las personas que se sienten fuertes por lo que tienen o no tienen y los consecuentes intereses que generan el que posean o no.
Eso lo he solucionado, yo soy, sé de mí en mi Ser, por ello: No soy nada, y no es un dicho, es mi conciencia, mi inconsciencia, mi ser todo en su centro y alineado quien seguro lo dice.
El ser nada me da la libertad de inventar todos los días no estableciendome en seguridad alguna, me obliga a permanecer en una actitud de humildad que no cree que lo sabe todo y que por lo tanto se preserva permeable.
Eso me sirve, con eso sirvo, desde ahí siento que soy útil.
Ricardo Marcenaro
Nunca he sabido que va a pasar dentro de cinco minutos con mi vida, yo he elegido eso de forma consciente, y mucho más allá de elegirlo, hace muchos años, basado en lo experimentado y visto, me di cuenta de esa verdad totalmente obvia, la vida no está sujeta a nuestra voluntad, ni determinación, ni deseo.
Nuestros propósitos pueden ser muchos o pocos, muy laudables o execrables, neutros o ambiciosos, siempre la vida vista como una forma activa donde factores misteriosos no dilucidables gobiernan, a veces lo llamamos azar pues desconocemos íntimamente sus leyes, ellas determinan que nada está determinado por nosotros, intuimos sintiendo: es muy probable haya una determinación ajena a nosotros dispuesta a marcarnos rumbos.
Estos temas se pueden tomar de un encarar “concreto” (me parece medio arbitrario este uso de lo concreto, ¿qué es lo concreto?) donde factores ambientales, psico-sociales, resuelven, también, se puede ver desde un enfoque divino, de un Dios o de varios, que han escrito un plan por una obra que debemos hacer en nuestras vidas, en escala de pasos, en las cuales vamos siendo probados para meritarnos al Gran Encuentro que la muerte física nos traerá.
He aprendido a huir de las interpretaciones absolutas luego de haberlas hecho en demasía en mis años juveniles donde la tendencia a hacerlo es gigante, cosa que mide del joven físico, no de aquél que tiene el espíritu joven e inclusive infantil (por empuje desmedido y condición de asombro, por condensar ambas características) su incapacidad de comprender, prender, asir con, integrarse a lo visto, pensado en un meditado equilibrio de fuerzas que la dirijan certera.
Sin ser fatalista, creo en predeterminaciones que luego de años de lo sucedido vienen a explicarse en el presente, encontrándonos con el recuerdo de dicha acción perdida en la memoria, trayéndola, nos ponen en la conciencia del por qué de aquello que nos esté pasando, sea logro, perdida, encuentro con otro… ¿a quién no le ha pasado?, ¿o es que vivo de verdad en otro planeta donde lo que veo como realidad a otros nunca se le presenta?
También creo en caminos consecuentes, he visto que muchas veces he estado, habiendo partido de un deseo, obrando inconscientemente para que éste se concrete, lo que no quita el hacer consciente, pero me refiero al factor perdido que en el presente nos causa sorpresa encontrándonos en la situación que nos mueve o conmueve.
En todo ello, los factores psíquicos de cada mente, lo social de aquello que nos rodea, de aquello que elegimos para qué nos rodee, que determina y mucho, también.
Todo hace una suma, así y todo, deslindando factores, no creo que podamos determinarlos para tener un producto que nos lleve a conclusiones totalmente certeras que lógica alguna pueda expresar como una ecuación perfecta, la perfección es un sueño, un ideal, no nos está dada.
Siempre el carácter, la voluntad, la inteligencia que pasando u originándose en todo el cuerpo: sale por el corazón, el plexo, como una manifestación de nuestra belleza, pues belleza es entender dando por natural impulso, forjado en el trabajo-trabajarse, que se haya hecho sobre el ser para Ser.
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Ricardo Marcenaro
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