Ricardo Marcenaro bitácora - Preparate para los accidentes. 09-08-10 - Music: Almendra - Rutas Argentinas

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in , | Posted on 13:35







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Hace mucho tiempo que estoy apuntando y meditando a través de conversaciones que tengo con diferentes personas, recuerdos de ejercicios que por accidentes, observación espontánea y vaya a saber que otras razones que me obligaban a prestar atención, comenzaba a hacer de niño, continuándolos luego, para entrenarme a no sabía qué ni sabía con motivo de cuál adonde.

Entonces, así descripto, una intuición me guiaba, algo que golpeando mi atención me decía: “Oye, aquí hay algo, por qué no le das una mirada y Ves que más hay!

Por algún lado creo haberlo contado, no importa, los seres humanos nos repetimos, como si a veces nos hubiéramos escrito una línea argumental de quienes creemos que somos, una mezcla de la realidad, la verdad, y el mito que hacemos de nosotros mismos, por lo que disculpen la mezcla que seguramente hago y haré, de la que nadie está excento, en todo caso, no me anima una intención de “vender nada”, menos de engañar, es un simple relato.

Era un niño que amaba la soledad, me gustaba el silencio, la contemplación, ejercitarme fijando la atención, esa voluntad de ejercitarme me continuó toda la vida y aún sigo haciendo ejercicios continuos de diferentes asuntos, tonteras como entrenar mi mano izquierda por si algún día tengo un accidente, considerar analíticamente formas y tipos de accidentes haciendo recorridos mentales por las etapas de los mismos para saber cómo reaccionar al instante y salvarme de una segura muerte o consecuencia inhabilitante…, quien quiera reírse que se ría, pero les aseguro que esa data, más la mano del Sagrado, por supuesto, me han salvado de sucesos de los que de otra manera no hubiera salido vivo.

Me explicaré más, ya que se me dio por atacar por aquí, en un accidente, digamos por ejemplo, día de lluvia en la ruta, conduces a 100 km por hora, viene una curva, del otro lado de la vía que no tiene una divisoria por guarda raíl o defensa alguna hay una pared de coches y camiones detenidos pues han habido despistes que no podías percibir, en ese sitio, por esas cosas que tienen las mezclas que los hombres hacemos accidentalmente o irresponsablemente, el cemento se pone al mojarse como una pista de hielo, tu automóvil apenas pisa ese sector pierde total adherencia en una milésima de segundo, el auto flota y empieza el vals de la vida o la muerte.

Pintemos la situación completa, no vas solo, no es un detalle menor pues tu cerebro, sensaciones y sentimientos deberán enajenarse de lo otro para atender total y exclusivamente a lo que sucede como accidente, si alguien se pone a gritar histérico deberás escuchar silencio o saber callarlo de una forma que en el ejercicio de una total autoridad pero que no te saque de las milésimas de segundo donde todo se resuelve, haga que no haya interferencia para lo que debes.

La curva es abierta pero en toda su extensión te hace un cambio de dirección de noventa grados, el camino por el que vas tiene dos carriles en tu sentido, vas solo, no tienes autos atrás ni adelante, por lo cual digamos que la suerte te ayuda, de un lado ese paredón de autos, lo peor es que a la entrada de la curva hay un par de camiones parados, si te vas debajo de ellos sabes que lo más probable es que mueras decapitado así que no los puedes usar para si hiciera falta apoyarte con las chapas usadas de costado, nunca con la punta del auto, eso es una maniobra posible que es muy técnica y complicada de explicar y me parece que no es el caso de hacer un manual operativo.

Del otro lado de esa pared esta la banquina que tiene una pequeña parte de asfalto, tu ruta es de hormigón brillante como no quisieras nunca que lo fuera, y luego sigue una ancha lonja de pasto que por suerte está recién cortado, con peralte con caída en dirección a los campos y no al lado del carril izquierdo donde está la pared de autos detenidos.

Ahora veamos como la data personal sirvió como lo hizo a que el accidente no convirtiera esa ruta en un desastre, pues si te vas contra los autos, no solo mueres tú y tu acompañante sino que muy probablemente varios de los ocupantes de los autos que por golpe directo, incendio con puertas clausuradas u ocupantes desmayados, se hubiera producido.

Mi tío el cura primero, mi infancia con él en sus esporádicas visitas a Buenos Aires cuando bajando de la montaña venía con su coche de carrera y nos llevaba a dar una vuelta y nos hablaba de lo que era manejar y nos enseñaba “yeites” (en lunfardo, slang o caló argentino, quiere decir “trampas o destrezas que se hacen para salir airoso, que involucran un amplio conocimiento del asunto u oficio en el que se actúa con el fin de resolver de manera positiva y eficiente”), así nociones de no asustarse y siempre conservar la calma y estar en su centro, mi tío a los ojos de otro parecía medio loco, y no, para nada, era un ser totalmente seguro de sus recursos y que por ello podía extremar acciones que otros ni locos emprenderían, no era un temerario, era una persona colocada en su centro que me enseñó a estarlo.

Como él andaba en caminos de cornisa, en lugares descampados sin caminos, sobre tierra, ripio, nieve, hielo, era una enciclopedia de los accidentes, de cómo eludirlos o salir de ellos, muchos cuentos nos hacía en el auto durante el paseo o en la mesa familiar donde celebrábamos su presencia con lo mejor que mi madre pudiera hacerle para su bienvenida, bienestar y acogimiento.

“Si te vas en una curva de ripio, nunca pegues un volantazo (mover bruscamente el volante y de forma amplia en un solo golpe)”, ley número uno, siempre mover con golpecito muy cortos, inclusive en una dirección y la otra siempre con un pequeño acento hacia donde se quiere doblar, por supuesto, así el auto que va flotando se compensa y las fuerzas que actúan de la inercia las vas venciendo de a poco, cosa que no podrás hacer si quieres de un solo golpe eludirlas, la inercia que lleva un auto puesto a la velocidad y que tiene un gran peso, es como querer tirar de una pared o darse contra ella, hay que hacer que esa pared se ablande, se doble, por un lado disminuyendo velocidad, por otro, disminuyendo impacto de giro que en el ataque frontal te saque de control el auto.

“Nunca aprietes el freno de golpe”, por mismas razones apuntadas sobre la inercia, se agranda la pérfida de control, se le agrega más flotación a la flotación, la dirección tiende a cerrar las ruedas poniéndolas de costado o dirección contraria a donde quieres ir para salir del accidente, al cerrarse las ruedas no hay probabilidad de retomar el control, sacar de esa posición las ruedas requiere de una fuerza inmensa, es como que al cerrarse se anclan en esa posición por las fuerzas de la inercia y la resistencia que sobre ellas ejerce el camino.

Ayudar al frenado entonces con las cuatro ruedas, usar la caja de cambios para ello, haciendo una sucesión de rebajes que alivianen el impacto del freno a pedal o inclusive del manual que tocarías en caso extremo para agregar un pequeño golpe de freno el que también harías suavemente y entradas y salidas suaves.

En momentos de violencia la suavidad amigo, si alguien viene como un loco a pegarte, un amague, un paso al costado y ahí, con los ojos muy abiertos y sereno, tiene el espacio justo donde tu oponente tiene abierto totalmente el flanco por el que has de poner tu único y definitivo golpe, si sabes pegar, un solo golpe basta, eso lo aprendí entrenándome con un boxeador, luego en mis clases de judo y hablando, leyendo y viendo a gente en el karate y otras disciplinas orientales de defensa personal, que también pueden servir, como vemos, para el desarrollo de un accidente, que al sembrarnos una actitud de autodominio lo hará a cooperarnos. En un accidente, en una situación de peligro, ínfimas ventajas hace un gran plus, hay que sumarlas una tras la otra en una sucesión micrónica, donde el tiempo verdadero sucede de una manera inmensamente rápida y el tiempo sensible parece suceder como lo relatan todos aquellos que han tenido una situación así, en cámara lenta, hay que dominar esos dos tiempos.

Ese amor que me trasladó mi tío a los autos y el dominio de ellos (como de mí persona) hizo que viera durante gran parte de mi vida por la TV muchas carreras de autos y en ellas fuera profundizando, pues es un arte como lo es arte cualquier actividad que se desarrolla en el más alto estadio, entonces vienen a mi mente imágenes de Juan Manuel Fangio filmadas en Nürburgring, una cámara que está arriba y que muestra claramente como Fangio en la curva por un lado rebaja antes de entrar para luego acelerar y lograr más grip (agarre) a la cinta del camino, como a la vez va compensando las fuerzas de la inercia con cerrados y aberturas del volante que dirigen al coche de una forma suave a entrar y suceder por la curva a la máxima velocidad posible, sin peligros de despistarse. A eso se le llama tener muñeca en Argentina, pues son las muñecas las que dan esos golpes pequeños para un lado y el otro, recuerdo como si fuera hoy como prestaba atención a ellas y a todos los detalles que hacía ese gran maestro del volante y la vida al que tanto amé y admiré.

Entonces volvemos al accidente que estaba relatando, nuestro conductor está en paz, en su centro, ve que hay una persona en la ruta haciendo señas advirtiendo lo que ya es tarde de advertir y debe empezar a tomar decisiones de inmediato, como el conductor está como está sabe que pensar demorando, o pensar simplemente, es ni más ni menos que morir, su paz es contagiada a su acompañante, es como si un aura envolviera el auto mientras el limpia parabrisas que iba a toda velocidad pareciera entrar en un ralentí, los vidrios empañados se convierten en una nube que hacen desaparecer todas las imágenes periféricas que no se necesitan, la flotación se siente acentuadamente, como decía Fangio, el auto se siente en la cola y nuestro conductor está percibiendo todo con sus sensores totalmente alertas para que cada parte de su cuerpo y en la sabiduría de la que disponga, cosa que debió hacer antes, obviamente, pues la sabiduría es una suma de trabajo acumulado durante mucho tiempo, en general de continuo durante toda la vida, está entrando en la curva y ya hecho dos rebajes consecutivos suaves y ha comenzado a pegar pequeños golpeteos al volante, el auto tiende a ponerse de costado pero lo va metiendo en la curva sin irse contra la pared mortal de autos.

Entrado ya en la curva se da cuenta que debe tomar una opción, el coche entra bastante bien pero sabe que si pisa un manchón de camino abrasivo o aún más flotante, es muy probable que el auto salga disparado contra los autos o se pierda de costado y descontroladamente en trompo por el lado de la banquina.

En esos dos o tres segundos previos al entrar a la curva, en un golpe de vista multisectorial donde nuestro conductor tomó nota de lo que otros ven como paisaje y para él son vectores, sabe que la banquina está lisa, no tiene marcas de zanjas de tractores que suelen acarrear por ella pesados aparejos agrícolas, la caída hacia el campo es de unos diez grados aproximadamente, hay unos diez metros de ancho de banquina hasta llegar a la zanja que no parece ser profunda pues termina en una pared de un metro de tierra donde el campo de siempre termina, teniendo los alambrados arriba y no en el camino de la banquina.

Toma una decisión pues su auto tiene ya una mucho menor velocidad aunque no ha suspendido la flotación ni la tendencia al entrar de costado, la banquina de asfalto tiene un pequeño escalón de caída al campo, sabe que el coche no se va a enganchar con su piso en él, la bajada es segura, la velocidad puede jugarle a favor si en ese patinar en verde logra poner el coche de costado pero ligeramente apuntando hacia adelante, solo debe pegar un preciso golpe de volante en el momento justo donde sienta que la inercia no lo ponga en desgracia, el momento llega, muerde la banquina ya en la posición que quiere que sabe que hará que el auto termine de frenar, lo hace, el auto derrapa de costado en un slalom donde esquía hasta frenar unos veinte metros o quizás más, adelante.

De inmediato corre un hombre al auto accidentado que nuestro conductor a puesto en accidente con control y no a accidente descontrolado con vuelcos, choques, muertes o cualquier otro desastre.

Nuestro conductor abre la ventanilla, recibe la pregunta que con voz alterada desea saber si están bien los ocupantes del auto, nuestro conductor baja tranquilo la ventanilla y más tranquilo responde que sí, que no hay ningún problema, que gracias, enciende el motor, mira la temperatura del agua y del aceite, pone primera, saluda, vuelve a agradecer y parte como si nada hubiera pasado.

Imagino la cara de ese señor alterado pensando encontrarse con gente totalmente aterrorizada en el interior del auto, la impresión recibida por dos personas totalmente en paz que le hablaban como si estuviesen sentados en la barra de bar disfrutando de un coctel y una buena charla.

El conductor era yo, mi acompañante una ex socia y ex pareja, el auto un Toyota Corolla, la ruta 2 de vuelta de Mar del Plata, teníamos un negocio de decoración, habíamos ido a instalar unas cortinas en un restó, todo había ido bien, no había motivo para que no siguiera bien y así concluyese.

Ya en la ruta charlaba con mi acompañante, siempre viajábamos en silencio y yo adoraba eso de ella, era una muy buena compañera de viaje, la adrenalina que ya no se aplicaba a las maniobras que permitieron salvarnos, por lo que la lengua se movía, una cosa me llamaba la atención poderosamente, en mi estaba viva la impresión de los movimientos correctores que hice con las muñecas, sentí que era Dios el que me las había llevado, lo lamento, pero es que más allá de todo lo que cuento de mis preparaciones, algo superior es aquello que marca los tiempos de tus horas, por lo menos para mi vida, que he sido probado muchas veces..., veo, creo.


Ricardo Marcenaro





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