Poesía - Poesie: Friedrich Nietzsche - Entre hijas del Desierto - Unter Töchtern der Wüste

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in | Posted on 3:36

 
 
 
 
 
 
 
 ENTRE HIJAS DEL DESIERTO
Unter Töchtern der Wüste




El desierto crece: ¡ay de aquel que desiertos en sí cobija!

¡Ah!
¡Solemne!
¡un digno comienzo!
¡africanamente solemne!
digno de un león
o de un mono aullador moral...
-pero nada para vosotras,
encantadoras amigas,
a cuyos pies, a mí,
a un europeo entre palmeras
se le concede sentarse-. Sela.

¡Verdaderamente asombroso!
Aquí estoy sentado ahora,
cerca del desierto y ya
tan lejos otra vez del desierto,
pero aún en nada desolado:
más bien, engullido
por este minúsculo oasis;
acababa de abrir bostezando
su agradable hocico,
el más fragante de todos los hociquitos,
y entonces caí dentro de él,
hacia abajo, de través, entre vosotras,
¡encantadoras amigas! Sela.

¡Viva, viva aquella ballena!
si así facilitó el bienestar
de su huésped! -¿entendéis
mi docta alusión?...
Viva su vientre,
si así fue
un vientre-oasis tan agradable
como éste: cosa que me creo poco.
Pues vengo de Europa,
que es más incrédula que todas las casaditas.
¡Quiera Dios mejórala!
¡Amén!

Aquí estoy sentado ahora,
en este minúsculo oasis,
semejante a un dátil,
moreno, almibarado, rezumando oro,
ávido de una redonda boca de muchacha,
pero más aún de helados
níveos cortantes dientes
de muchacha: pues por ellos
suspira el corazón de todo ardiente dátil. Sela.

Parecido, demasiado parecido
a tales frutos meridionales,
estoy aquí tendido, entre
pequeños bichos alados
que danzan y juegan a mi alrededor,
y a la vez entre deseos y ocurrencias
aún más pequeños,
más locos, más malignos;
rodeado por vosotras,
muchachas gatos
mudas llenas de presentimientos
Dudú y Suleica,
-circumesfingeado, así acumulo
muchas impresiones en una palabra
(Dios me perdone
este pecado de idioma...)-,
aquí estoy sentado olfateando el mejor aire,
verdaderamente aire paradisíaco,
claro aire ligero, gayado de oro;
jamás cayo
aire tan bueno de la luna;
¿fue por azar
o sucedió por arrogancia?
como cuentan los viejos poetas.
Pero yo, descreído, no me lo creo,
pues vengo
de Europa,
que es más incrédula que todas las casaditas.
¡Quiera Dios mejorarla!
Amén.

Respirando este delicioso aire,
Con las narices dilatadas como copas,
sin futuro, sin recuerdos;
Así estoy sentado aquí,
encantadoras amigas, y veo cómo la palmera,
igual a una bailarina,
se arquea, se pliega y balancea la cadera
-acabas imitándola si te fijas mucho en ella...-
¿igual a una bailarina que, según me parece,
por largo tiempo, peligrosamente largo,
se sostuvo siempre, siempre sobre una piernecita
¿olvido por eso, según me parece,
la otra piernecita?
En vano al menos,
he buscado la alhaja gemela
echada en falta
-o sea la otra piernecita-
en la santa vecindad
de su encantadora, lindísima
faldita de oropeles ondulante en abanico.
Si guapas amigas, si
Queréis creerme del todo:
la ha perdido...
¡Huy, huy, huy!
¡Desapareció,
desapareció para siempre
la otra piernecita!
¡Lastima de esa otra agradable piernecita!
¿Dónde estará y plañirá abandonada
esa piernecita solitaria?
¿Atemorizada quizá ante un
fiero monstruo de león amarillo
de rubios rizos? incluso ya
roída, mordisqueada
¡miserablemente, ay, ay, mordisqueada! Sela.

¡Oh, no lloréis,
tiernos corazones!
¡No me lloréis,
corazones de dátil, senos de leche!
¡Taleguitos
con corazón de regaliz!
¡Sé hombre Suleica! ¡Animo! ¡Animo!
¡No llores más,
pálida Dudú!
¿O quizá sería
más conveniente
un tónico, un tónico para el corazón?
¿una oración ungida?
una peroración solemne?

¡Ah!
¡Arriba dignidad!
¡Bufa, bufa de nuevo,
fuelle de la virtud!
¡Ah!
¡Rugir una vez más,
rugir moralmente,
rugir como un león moral ante las hijas del desierto!
Pues el aullido de la virtud,
Encantadoras muchachas,
es más que nada
¡el ardor europeo, el hambre atroz del europeo!
Y ya estoy en pie,
como europeo;
no puedo remediarlo, ¡Dios me valga!
¡Amén!

***

El desierto crece: ¡ay de aquel que desiertos en sí cobija!
Rechina piedra contra piedra, el desierto engulle y liquida,
Mira ardiente, parda la muerte colosal
Y mastica; su vida es masticar...

No olvidéis hombre; al que ha consumido el deleite;
tú eres la piedra, el desierto, eres la muerte...



Die Wüste wächst: weh dem, der Wüsten birgt...,

Ha!
Feierlich!
ein würdiger Anfang!
afrikanisch feierlich!
eines Löwen würdig
oder eines moralischen Brüllaffen ...
- aber Nichts für euch,
ihr allerliebsten Freundinnen,
zu deren Füssen mir,
einem Europäer unter Palmen,
zu sitzen vergönnt ist. Sela.

Wunderbar wahrlich!
Da sitze ich nun,
der Wüste nahe und bereits
so ferne wieder der Wüste,
auch in Nichts noch verwüstet:
nämlich hinabgeschluckt
von dieser kleinsten Oasis
- sie sperrte gerade gähnend
ihr liebliches Maul auf,
das wohlriechendste aller Mäulchen:
da fiel ich hinein,
hinab, hindurch - unter euch,
ihr allerliebsten Freundinnen! Sela.

Heil, Heil jenem Walfische,
wenn er also es seinem Gaste
wohlsein liess! - ihr versteht
meine gelehrte Anspielung? ...
Heil seinem Bauche,
wenn es also
ein so lieblicher Oasis-Bauch war,
gleich diesem: was ich aber in Zweifel ziehe.
Dafür komme ich aus Europa,
das zweifelsüchtiger ist als alle Eheweibchen.
Möge Gott es bessern!
Amen!

Da sitze ich nun,
in dieser kleinsten Oasis,
einer Dattel gleich,
braun, durchsüsst, goldschwürig,
lüstern nach einem runden Mädchen-Maule,
mehr aber noch nach mädchenhaften
eiskalten schneeweissen schneidigen
Beisszähnen: nach denen nämlich
lechzt das Herz allen heissen Datteln. Sela.

Den genannten Südfrüchten
ähnlich, allzuähnlich
liege ich hier, von kleinen
Flügelkäfern
umtänzelt und umspielt,
insgleichen von noch kleineren
thörichteren boshafteren
Wünschen und Einfällen, -
umlagert von euch,
ihr stummen, ihr ahnungsvollen
Mädchen-Katzen
Dudu und Suleika
- umsphinxt, dass ich in Ein Wort
viel Gefühle stopfe
( - vergebe mir Gott
diese Sprachsünde! ...)
- sitze hier, die beste Luft schnüffelnd,
Paradieses-Luft wahrlich,
lichte leichte Luft, goldgestreifte,
so gute Luft nur je
vom Monde herabfiel,
sei es aus Zufall
oder geschah es aus Übermuthe?
wie die alten Dichter erzählen.
Ich Zweifler aber ziehe es in Zweifel,
dafür komme ich
aus Europa,
das zweifelsüchtiger ist als alle Eheweibchen.
Möge Gott es bessern!
Amen.

Diese schönste Luft athmend,
mit Nüstern geschwellt gleich Bechern,
ohne Zukunft, ohne Erinnerungen,
so sitze ich hier, ihr
allerliebsten Freundinnen,
und sehe der Palme zu,
wie sie, einer Tänzerin gleich,
sich biegt und schmiegt und in der Hüfte wiegt
- man thut es mit, sieht man lange zu ...
einer Tänzerin gleich, die, wie mir scheinen will,
zu lange schon, gefährlich lange
immer, immer nur auf Einem Beinchen stand?
- da vergass sie darob, wie mir scheinen will,
das andre Beinchen?
Vergebens wenigstens
suchte ich das vermisste
Zwillings-Kleinod
- nämlich das andre Beinchen -
in der heiligen Nähe
ihres allerliebsten, allerzierlichsten
Fächer- und Flatter- und Flitter-Röckchens.
ja, wenn ihr mir, ihr schönen Freundinnen,
ganz glauben wollt,
sie hat es verloren ...
Hu! Hu! Hu! Hu! Hu! ...
Es ist dahin,
auf ewig dahin,
das andre Beinchen!
Oh schade um dies liebliche andre Beinchen!
Wo - mag es wohl weilen und verlassen trauern,
dieses einsame Beinchen?
In Furcht vielleicht vor einem
grimmen gelben blondgelockten
Löwen-Unthiere? oder gar schon
abgenagt, abgeknabbert -
erbärmlich wehe! wehe! abgeknabbert! Sela.

Oh weint mir nicht,
weiche Herzen!
Weint mir nicht, ihr
Dattel-Herzen! Milch-Busen!
Ihr Süssholz-Herz
Beutelchen!
Sei ein Mann, Suleika! Muth! Muth!
Weine nicht mehr,
bleiche Dudu!
- Oder sollte vielleicht
etwas Stärkendes, Herz-Stärkendes
hier am Platze sein?
ein gesalbter Spruch?
ein feierlicher Zuspruch? ...

Ha!
Herauf, Würde!
Blase, blase wieder,
Blasebalg der Tugend!
Ha!
Noch Ein Mal brüllen,
moralisch brüllen,
als moralischer Löwe vor den Töchtern der Wüste brüllen!
- Denn Tugend-Geheul,
ihr allerliebsten Mädchen,
ist mehr als Alles
Europäer-Inbrunst, Europäer-Heisshunger!
Und da stehe ich schon,
als Europäer,
ich kann nicht anders, Gott helfe mir!
Amen!

***

Die Wüste wächst: weh dem, der Wüsten birgt!
Stein knirscht an Stein, die Wüste schlingt und würgt.
Der ungeheure Tod blickt glühend braun
und kaut, - sein Leben ist sein Kaun . . .

Vergiss nicht, Mensch, den Wollust ausgeloht:
du - bist der Stein, die Wüste, bist der Tod ...

Friedrich Nietzsche


Gracias a Horacio Potel de:
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