Ricardo Marcenaro bitácora - Sí: Soy. Sí: Soy el Perro Solitario - Autobiográfica con música de Vlatko Stefanovski y Miroslav Tadic en Zagreb Live

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in | Posted on 20:21


Ricardo Marcenaro 
invierno 2009







Hacé correr ésta que amo para que te acompañe en la lectura
 



Una noche estábamos comiendo en un restorán con Finita Ayerza, nos estábamos conociendo y nuestros encuentros eran muy agradables y divertidos.
Charlas animadas de la vida, mucho menos del arte de lo que la gente creería que un artista debiera, por lo menos así es en mi caso.
Siempre digo, “yo hago arte, no lo hablo”, con lo cual me ahorro no tiene idea de cuánto.
Es que no me gusta el empaste, el encierre, soy del aire, del fuego, del agua, de la tierra, soy del átomo, de la integridad.
Amo desmenuzar sin embargo, pero afloro para la flor.

Los círculos de entendidos algún día me entenderán, en mi país ya alguno que otro me entiende, ilusiono, pues aún no me enteraron lo suficiente que creo mercer, la salvo del apuntamiento a Rosa Faccaro, de ella hablaré en un aparte en el futuro, Aldo Sessa, catedrático de bellas artes, también me ha distinguido.

En otras tierras me reconocerán, es fácil, a los de mi país no les gusto, no soy complaciente, mi andar no se abrió camino a “regalitos”

Ellos saben, nidos no me gustan, soy rascador: me vienen con cretinadas, falsas adulonerías, ridiculeces, y pico, no callo.

El artista per se debe ser hiriente, hiere las materias para averiguarles las verdades, sin herida el arte es totalmente imposible.

Mediocres y débiles tienden agrupamiento, esa es su vía de fortaleza, está en el abc de la conducta humana y de las especies.
Es la colonia, quién sepa algo de microbiología no necesita de más explicaciones.

Los círculos quieren peinarte, yo no me dejo peinar por nadie, soy indomable, está en mi naturaleza, no puedo ser de otra manera.












He tenido demasiadas mujeres, extraordinariamente aún, en mi soledad, sueño con aquella que lo reúna todo, tonto sí, sueño sí, tampoco las desilusiones han podido hacer que deje de soñar, eso nunca, ese tesoro de la inocencia no se lo voy a entregar a nadie, no puedo, no me sale, no sé como se hace.
Nadie me verá derrotado ahí, aunque muchas veces haya perdido siempre vuelvo al pie, me sorprendo de que sea así, no sé cómo hago, la libertad me puede todo.

Una vez, una de la mujeres que más amé en mi vida me dijo “tú eres irreductible”, cada vez que lo recuerdo, inevitable, una sonrisa grande de amor, a la vez que me digo ¿y para qué?.

Me han amado salvaje y me han querido domesticar siempre, es una tendencia humana que no acepto, soy una fuerza, de verdad lo soy, ni yo puedo con mi energía, entonces, si así me amaste ¿para qué?, ¿para qué reducirme?, ¿para despreciarme luego en mi debilidad?

Reducirme nunca, la vida te reduce, te lima, te escupe, te da gente que no es gente y parece salir de la miasma, del antro, de la cueva de sulfuro. ¿Para qué?, ¿por qué?

Borges decía que esto era un purgatorio, entonces infiero: estamos todos enfermos del espíritu.
No es que espere santas o santos.
Es una cuestión de valores: generosidad, altruismo, veracidad, honestidad, transparencia, estoicismo…
Debo ser un idiota o un antiguo por creer en esto.

Desesperación de retener lo que no se puede, o de no dar la talla y saberlo, o de no aguantar más, o de aburrirse, parejas que no expresan lo parejo, todo tiende a diluirse: corpóreos, caídos, luego muertos, inflados, explosión y luego charco, y luego esqueleto y luego debacle estructural, desparrame, polvo Bíblico por fin, lo sutil nos habita, nos conforma, será lo que dejaremos.

Pero volvamos y alimentémonos con Finita que me hacía reír tanto, vuelvo a esa mesa cordial.

En medio de la animada charla, como es ella, de sorprender con alguna pregunta que parece distraída, me pregunta “pero vos ¿quién sos?, “un perro solitario” le contesté de inmediato y sin dudar, fue algo que me salió del alma vomitado, que nunca había dicho, por eso amo a la gente, por que me extracta, ahí nació esa expresión que me definiría perfectamente, donde me com-prendí más.











 Creo poder llenar libros con mi vida, he pasado por mundos y mundos, he estado con obreros, empresarios nacionales e internacionales, filósofos, presidentes de naciones, algún que otro ícono de la historia, con aborígenes, con gente de campo, labriegos, domadores, estancieros, guerrilleros históricos de la revolución cubana, un partisano me recibió en su casa y me regaló un libro con su vida cuando luchaba por la liberación de los nazis de su Italia amada.

De adolescente visité la embajada de China para saber de su arte.
He estado con diplomáticos, catedráticos, artistas de todo tipo y categoría, algunos ídolos mundiales, con gente de barrio también, con científicos, bibliotecarios, grandes comerciantes, campeones mundiales de box y otros deportes, espías de diferentes naciones que no saben que yo sabía, con policías, con militares de varias naciones también compartí algún momento, como con algún asesino, ladrón o estafador (de estos últimos el mundo está lleno, algunos ni siquiera lo saben, prefieren desconocerse, mentirse, estafarse a si mismos)

También estuve con algún curandero, con Machis, curas, monjas, obispos, predicadores, una prostituta fue mi amiga, algunos maestros me señalaron entendiéndome y sabiéndome, conocí sabios, eruditos, fui criado por uno, estuve con personas inmensamente ricas y con personas inmensamente pobres, siempre fui yo, tuve la virtud de no envidiar a nadie, no querer la vida de nadie, de hacer mi vida siempre, de darme cuenta de hacer mi camino que como un visor va pasando por las situaciones humanas y no se queda estacionado demasiado tiempo para dormirse en lo que no es de suyo, por no aburguesarme también, por no dejar de aprender o ansiar el querer ser otro o por que no se me adhieran estilos que no son míos.

Estuve con gitanos, judíos, cristianos, árabes, budistas indios y Zen, Sufis, de todos conozco sus libros, las ideas generales que les crea su mundo, las reacciones lógicas que pueden tener ante un estímulo. Todas las razas conozco, de eso se aprende también.

Busqué tanto como tanto los “cruces de camino” me proveyeron, buscando o sin buscar: aportado de sorpresas y nuevos conocimientos.

Siempre estuve como estoy, hambriento por saber más, muy difícil que pierda eso, mi curiosidad es insaciable, me interesa mucho, me interesa todo, me interesa el todo, me interesa la condición humana, me interesan las razones sagradas, las psicológicas, la naturaleza, las ciencias, la metafísica y ciertos campos que aún son esotéricos por el atraso en que estamos, de todo ello puedo hablar pues estos aspectos no me son desconocidos y este saber me ha abierto muchas puertas.

Callo muchas cosas, he sabido guardar secretos, se ha confiado en mi, pues almas sufrientes necesitaban desvestirse y vieron en mí una fuente de sabiduría y auxilio, raramente fallé, pero he fallado, así aprendí también.

También callo aquello que no se debe hablar, que es mucho y en otros órdenes.

No le temí a la perdida, ni al temor, se gana aprendiendo a perder, como al temor se le gana enfrentándolo y por costumbre de hacerlo: reducirlo totalmente.

Solo le temo a Dios, a Ese sí que es él único que le temo, pues bien sé que el dolor humano, en el peor de los casos, satura, y llega un momento en que más no se siente.

Todo dolor tiende a desaparecer, como uno, en cuerpo.

Casi me ahogo una vez cruzando un brazo de mar por superar mi temor al ahogarme que me torturaba en los sueños de una época de mi vida, asmático alérgico como soy, no grave.

Casi me caigo del pico de una montaña a un precipicio, casi me matan tres indudables veces y otras más.

Desde la infancia accidentes varios me pudieron costar la vida, no le temo a la muerte, le temo a vivir indignamente, a eso le temo también.

En las situaciones de peligro percibo mi ser salvaje y soy totalmente eficiente, un solo pensamiento en momento así: es duda. La duda en momento así: muerte.

Del riesgo: las situaciones que más amo, tengo una tendencia a esa emoción que otros rehúyen.

No dudé, estoy vivo aún.

Mi arte es riesgo, no repito: busco.

Otra cosa no me interesa, arte es un camino para el buscarse, no un fin en sí.

Si fuera un fin en sí, dejaría de ser arte, le diremos pasatiempo, decoración, artesanía, objeto.

Dios me protegió mucho, para algo me quiere, no por algo, para algo, lo comprendí de niño, esa verdad golpeaba dentro de mi todo el tiempo, nunca he dejado de buscar ese “para qué”, que no es de mí, sino de Él.

Aprendí a sobrevivir, siempre fui conciente de pensar en ello, de prepararme para ello, debiese enseñarse en los colegios desde la más tierna infancia, siempre lo digo, a sobrevivir,  mantener la vida, a prepararse para accidentes y peligros.

Difícilmente esté distraído, no me gustan los distraídos, los laxos ni los vagos, mi vida es una suma formidable de esfuerzos: físicos, mentales, espirituales, almáticos.

Me podrán acusar de muchas cosas pues mucho me he equivocado, de no esforzarme nunca, el que lo haga me insulta y deberá vérselas conmigo o será ignorado para siempre.

Tuve la suerte de una buena educación de la que podría hablar mucho, pero por más buena y completa sea la educación que un ser recibe, éste debe decidir, hacerse.

También tuve conciencia de eso y me hice, interesándome por mucho y sin querer parecerme o parecer: me hice y Soy.

Por eso, en esa conciencia: no me creo más que nadie: soy nada.

Extractados: somos todos iguales, nadie es imprescindible, ni siquiera nuestra especie.

Por esa razón que tuve clara: traté a todos como personas, sin en general deslumbrarme u horrorizarme por nadie, que para mí: eso es respeto.

Sí: Soy.
Sí: soy un perro solitario.
Sí: Amo.
Sí: es amo en grande.

Bien lo dije esa noche desde el fondo de mi alma.

El alma cuando Habla no equivoca nunca.
De vez en cuando me vomita como volcán alguna verdad esencial que inútil al mucho explicar, en dos o tres palabras se resume y define: por gracia combinada de lo que veo, he visto, sentido y siento, provocado o necesitado de verdad y asistencia.

Sí Soy, y soy: Un Perro Solitario.







 
Ricardo Marcenaro
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