Filosofia: Avicena, ibn Sina - La metafisica de la salvacion - Links a mas Filosofia

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in , | Posted on 8:16






Abū ‘Alī al-Husayn ibn ‘Abd Allāh ibn Sīnā


الإسلامية ابن سينا،  كتاب الشفاء، الإلهيات، الشيخ الرئيس ، موقع الفلسفة, Ibn Sīnā, kitāb aš-šifā, ilyahīāt, aš-šaīḫ ar-raīs, mauqi‘ al-falsafat al-islamīat), Libro de la curación, Sobre la cosas divinas, Príncipe de los maestros, trascripción de la página web Filosofía islamica [http://www.muslimphilosophy.com/], texto en formato Word extraído de http://umcc.ais.org/~maftab/ip/pdf/ilhyat.htm

Libro IX, Capítulo IV, Sobre la ordenación de las inteligencias, las almas celestes y las esferas superiores a partir del Primer Principio
  
Hemos mostrado, anteriormente, que el Ser necesario por sí es Uno, que no es corporal, ni está en un cuerpo y que no es divisible bajo ningún aspecto. En consecuencia, todos los seres toman su existencia de él. No puede existir un principio de ninguna manera, ni causa, ni causa a qua, ni causa in qua, ni causa per quam, ni causa propter qua, de manera que exista en vistas a una cosa. Por esta razón el todo no puede provenir de él a manera de intención, es decir, mientras que tenemos una intención para la producción del todo y de la existencialización del todo no habrá otra intención que él mismo.
Acabamos de establecer en otros lugares esta tesis, pero ella se encuentra aquí de una manera más evidente. Para mostrar de una manera particular que es imposible que él posea la intención que toda cosa provenga de él, [diremos] que esto conduce a la multiplicidad [de su esencia] habría en él algo tendría a la vista; a saber, el conocimiento y la ciencia que él tiene de la necesidad de la intención, o la complacencia que hay en él, o de un bien en él que precisaría eso; [él] suscita una intención, luego una utilidad que la intención le daría como lo hemos mostrado anteriormente. Ahora bien, esto es imposible.
Además, el todo no puede provenir de él por un modo natural en el sentido que la existencia de todo provendría de él sin conocimiento ni consentimiento de su parte. Cómo sería esto posible, en tal caso que él sea una inteligencia pura, entendiéndose a sí mismo, lo que entraña necesariamente que la existencia del todo le acompañe necesariamente, porque él entiende su esencia en tanto que es una inteligencia pura y Primer Principio, mientras que él no entiende la existencia del todo a partir de él en tanto que es su principio. No hay en él ninguna oposición ni repugnancia todo lo que emana de él y su esencia sabe que su perfección, es su excelencia, de manera que de él emana el bien, y que ella es un concomitante necesario de su amado esplendor por ella misma. Y toda esencia, conociendo todo lo que procede de ella que no está mezclado de impedimento sino que sea según lo que hemos descrito, agregado lo que [sale] de ella. El Primer nivel (grée) la emanación del todo de él. Pero el Primer Verdadero no tiene como primera operación y esencialmente, entender su propia esencia, que, por sí misma, es el principio de orden del bien en la existencia y [según] como debe ser. [Esto no es] una inteligencia que sale de la potencia al acto, ni una inteligencia que pasa de un inteligible a otro. Su esencia es un efecto exento de todo lo que es de alguna manera aquello que sea potencia como lo hemos mostrado. Pero es una sola intelección y simultanea.
Y lo que entiende del orden del bien en la existencia entraña necesariamente que entienda cómo puede ser y cuál es la mejor forma posible para la producción de todo según las exigencias de su intelección (intelligé), pues la verdad entendida en él es idéntica a lo que tu conoces: ciencia, potencia y voluntad.
En cuanto a nosotros, tenemos necesidad, para realizar aquello que nos imaginamos por intención, del movimiento y de la voluntad para que ella exista. Esto no conviene a Dio, ni es válido para él, pues él está exento de dualidad como lo hemos mostrado extensamente. Su intelección es causa de la existencia según lo que él entiende y la existencia de lo que es existencializado a partir de él [tiene lugar] según una concomitancia y una secuencia necesarias de su existencia. No en el sentido que su existencia sea para la existencia de algo diferente que él. Él es el autor de todas las cosas en el sentido que él es el Ser del que emana todo ser, de una emanación distinta de su esencia.
Pero, puesto que el devenir de lo que viene del Primero no tiene lugar más que por una concomitancia necesaria, es verdadero que el [ser] Necesario por sí es necesario desde todos los puntos de vista, y como hemos acabado de mostrarlo anteriormente no es posible que el primero de los existentes a partir de él –y esto es las criaturas– sean múltiples, ni en número, ni por división material y formal. En efecto, lo que vendría necesariamente de él sería por su esencia [y] no por otra cosa. Ahora bien, el modo y la razón que se encuentran en él y que entrañan necesariamente no son el mismo modo y la misma razón que se encuentran en él de los cuales resultaría no esta cosa sino otra.
Si, en efecto, de él resultan necesariamente, de una manera simultánea dos cosas de constitución distinta o dos cosas distintas, de las cuales resultaría una sola cosa compuesta de materia y de forma, por lo cual lo que resultase provendría de dos modos diversos de su esencia.
Si estos dos modos no son en su esencia, pero le acompañan necesariamente, la pregunta se plantea a propósito de este acompañamiento necesario hasta aquello que estos dos modos sea en su esencia. Por tanto, su esencia será dividida secundum intellectum. Ahora bien, hemos dicho anteriormente que esto era imposible y habíamos mostrado la falsedad.
Es entonces claro que el primero de los seres existentes a partir de la primera causa es numéricamente uno. Su esencia su qüididad no existen en una materia. No es, por tanto, un cuerpo ni una de las formas que son las perfecciones de los cuerpos, que pudiese ser su efecto inmediato. El primer efecto es una inteligencia pura porque es una forma que no se encuentra en una materia. Es la primera de las inteligencias separadas que hemos enumerado y parece que sea ella la que es principio motor de la última esfera, por vía del deseo.
Pero alguien podría objetar: nada impide que lo que es producido a partir del Primer Principio sea una forma material, de la cual resultaría necesariamente el esse de su materia.
Responderíamos: eso exigiría que las cosas que viniesen después de esta forma y de esta materia serían terceros en el grado (degré) de los efectos y su existencia sería por el intermediario de la materia. La materia sería causa de la existencia de las formas de numerosos cuerpos en el universo y [causa] de sus fuerzas. Ahora bien, esto es imposible. Pues el esse de la materia es ser solamente receptiva y no de ser causa de la existencia de cualquier cosa de una manera diferente que por modo de recepción. Si cierta materia no es así, no sería materia, más que de una manera equívoca. Además, si la cosa puesta en segundo lugar no es una materia que de una manera equívoca, en tal caso la relación del primer causado a ella, en tanto que es una forma en una materia, no tendría lugar más que por equívoco. Además, si la cosa puesta en segundo lugar no es una materia más que de una manera equívoca, entonces la relación del primer causado a ella, en tanto que es una forma en una materia, no tendrá lugar más que por equívoco. Y si ese segundo es de tal forma que de una parte existe a partir de él esta materia, y de otra parte existe la forma de otra cosa para que la otra forma no exista por el intermediario de la materia, entonces la forma material sería una operación que no tendría necesidad de materia. Ahora bien, toda cosa que actuase sin tener necesidad de materia, su esencia, de buenas a primeras, no tendría necesidad de materia. La forma material no tendría necesidad de materia.
En breve, la forma material aunque ella sea la causa de la materia en lo que ella la hace salir al acto y que ella la perfecciona, sin embargo la materia posee igualmente una influencia sobre su existencia: a saber, su individuación y su determinación, bien que el principio de existencia sea una existencia sin la materia, como tu lo has aprendido. Entonces, necesariamente, cada uno de los dos sería causa del otro secundum quid, no de un sólo lado. Si esto no fuera así, sería imposible que la forma material dependa de la materia de cualquier manera. Así hemos dicho precedentemente que la forma sola no basta para la existencia de la materia, pero la forma es como parte de la causa.
Si esto es así, no es posible hacer a la forma, desde todos los puntos de vista, una causa de la materia y suficiente para sí misma.
Por lo tanto, es claro que no es posible que el primer causado sea una forma material absolutamente. Que él no sea materia es más evidente aun. Hace falta entonces que el primer causado sea una forma absolutamente no material, sino una inteligencia
Tú sabes que existen muchas inteligencias y muchas almas separadas. Ahora bien, es imposible que su existencia sea adquirida por el intermediario de lo que no posee existencia separada. Pero tú sabes que en el conjunto de los seres que provienen del Primero, hay cuerpo; pues tú sabes que todo cuerpo es posible por sí mismo y que es necesario por otro. Y tú sabes que no hay medio que provenga del Primero sin intermediario. Los cuerpos provienen entonces de Él por un intermediario.
Y tú sabes que este intermediario no puede ser unidad pura, sin dualidad, pues tú sabes que el uno en tanto que es uno no puede, necesariamente, producir más que el uno. Una razón más fuerte [de esta mediación] se verifica con los primeros causados, en razón de una dualidad que debe necesariamente encontrarse en ellos o en razón de una multiplicidad cualquiera que ella sea.
Pero en las inteligencias separadas no puede haber multiplicidad más que según el modo que hablo, a saber, que el causado por sí posee una existencia posible pero que es necesaria por el Primero. Ahora bien, la necesidad de su existencia resulta porque él mismo es inteligencia, porque entiende su esencia  porque entiende el primero, necesariamente. Hace falta, por tanto, que haya en él una multiplicidad, a saber las “intenciones” [por las cuales] entiende su esencia como posiblemente existente en sí misma y que entiende la necesidad de su existencia a partir del Primero, que es inteligible por sí; en fin que entiende al Primero.
Pero esta multiplicidad no le llega del Primero. Pues el hecho que él tenga una existencia posible proviene de él mismo no a causa del Primero. Lo que él posee del Primero, es la necesidad de su existencia. A continuación la multiplicidad que hay en él del hecho de que entienda el Primero y que se entienda a sí mismo es una multiplicidad concomitante a la necesidad de su producción por el Primero.
No nos oponemos a eso que de una sola cosa provenga una sola esencia, que sigue ulteriormente una multiplicidad relativa aquí, que no se encuentre en su primera existencia y que no entre en el principio de su constitución. Además, es posible que del uno provenga el uno, y enseguida que de este uno derive igual necesaria e igualmente por él mismo una cosa, que por participación a este derivado necesario, producirá cualquier cosa. Y entonces se producirá una multiplicidad que acompaña toda entera su esencia.
Hace falta, entonces, necesariamente que esa multiplicidad sea la causa de la posibilidad de la existencia de la multiplicidad simultáneamente a partir de los primeros causados, sin esta multiplicidad no podría producirse a partir de  [estos primeros causados] más que una unidad, y no sería posible que provenga de ellos los cuerpos. Enseguida, no hay posibilidad para la multiplicidad más que según ese único modo solamente.
Ahora bien, nos había parecido, luego de lo anterior, que las inteligencias separadas son numerosas. Ellas no han existido simultáneamente a partir del Primero. Pero hace falta que la más elevada de entre ellas sea la primera a existir a partir de él. Pues una inteligencia la sigue y [luego] otra. Y por que por debajo de cada inteligencia  hay una esfera celeste con su materia y su forma que es el alma y una inteligencia que le es inferior, habrá entonces por debajo de cada inteligencia tres cosas en la existencia. Hace falta entonces que haya posibilidad de existencia de estos tres a partir de la primera inteligencia en la creación, a causa del carácter trinitario mencionado en él. Ahora bien, lo que es más noble sigue a lo que es más noble según diversos modos.
Desde que de la Primera Inteligencia resulta, en tanto que ella entiende de primero la existencia de una inteligencia por debajo de ella; en tanto que se entiende a sí misma. [Se produce] la existencia de la forma de la última esfera y su perfección que es el alma. Y por la naturaleza de la posibilidad de la existencia que le sobreviene, y que está incluso en el hecho que ella entiende su esencia, toma nacimiento la existencia de la corporalidad de la última esfera, contenida en el conjunto de la esencia de la última esfera según su especie. Y es lo que está mezclado con la potencia.
En consecuencia, del hecho que la [Primera Inteligencia] entiende el Primero, resulta de ella una inteligencia; y del hecho de que ella considere su esencia según dos modos [se produce] la primera multiplicidad con sus dos partes, quiero decir, la materia y la forma. La materia por el intermediario de la forma y en asociación con ella, de la misma manera que la posibilidad de la existencia pasa al acto por el acto que corresponde a la forma de la esfera celeste. Igualmente es así para cada inteligencia y para cada esfera hasta que llegamos al Intelecto Agente que dirige nuestras almas.
[Estos tres últimos parágrafos son paralelos a al-Najāt, 453-455: e) Jerarquía de las Inteligencias y Esferas Celes¬tes. –Por lo que precede, ya hemos visto claramente que las Inteligencias separadas son numerosas; no pro¬ceden, pues, en conjunto del Ser Primero, pero es pre¬ciso que la más elevada proceda en primer lugar de El. Después, una tras otra, le siguen las demás inteli¬gencias. Y como por debajo de cada inteligencia hay una esfera con su materia y su forma –que es el alma¬– y la inteligencia que le es inferior, hay por tanto, por debajo de cada inteligencia tres cosas que existen. Lue¬go es preciso que la posibilidad de proceder de esta primera inteligencia, en estas tres cosas, en tanto que son creadas, sea debida a la trinitabilidad (tatlīt) an¬tes mencionada que existe en ella. Por consiguiente, de lo que conoce la primera inteligencia respecto del Ser Primero, se sigue necesariamente el ser de la inteligencia que le es inferior; de lo que conoce de su esencia, procede el ser de la forma de la esfera más alejada, su perfección, que es el alma. Y por la naturaleza de po¬sibilidad que se actualiza en ella, implicada en la in-teligencia de su esencia, procede el ser de la corporei¬dad de la esfera más alejada. De lo que conoce dicha inteligencia del Ser Primero, procede necesariamente una inteligencia; y de lo que es propio a su esencia se¬gún sus dos modos, procede la primera multiplicidad con sus dos partes; me refiero a la materia y a la for¬ma. Y así va ocurriendo del mismo modo de inteligen¬cia en inteligencia, de esfera en esfera, hasta que esto desemboca en el Intelecto Agente que gobierna nuestras almas” Nachāt, 453-455. trad. De M. Cruz Así Avicena, no habiendo querido introducir dos modos en el ser necesario, ha tenido que introdu¬cirlos en la Primera Inteligencia engendrada, para así explicar la multiplicidad de seres en el mundo, pasando de Inteligencia en Inteligencia y de esfera en esfera hasta llegar al Intelecto Agente que gobierna las almas humanas. De este modo expone Avicena su teoría de las diez esferas, con sus diez inteligencias puras y sus diez almas motrices; estas inteligencias son: 1. La esfera de las estrellas más lejanas: 2. La esfera de las estrellas fijas. 3. La esfera de Saturno. 4. La esfera de Júpiter. 5. La esfera de Marte. 6. La esfera del Sol. 7. La esfera de Venus. 8. La esfera de Mercurio. 9. La esfera de la Luna; y 10. La esfera del mundo sublunar. Cfr. La Metafísica de Avicena, pp. 143-150. (Nota de M. Cruz)
La cita completa de Carame, Libri primi, quarta pars, de ente immateriali creato, seu de intelligentiis separatis, tractatus II, De ordine intelligentiarum animarum et corporum superiorum in essendo, capitulum I, 194-196: Sed ex praedictis iam nobis notuit, quod intelligentiae separatae sunt multae numero, ergo non possunt esse simul ex Primo; sed necesse est ut quae ceteris. excelentior et altior est, sit illa quae a Primo prove¬niat: istam deinde sequitur alia et alia intelligen¬tia. Et quoniam sub omni intelligentia est sphaera caelestis una cum sua materia et sua forma, quae est eius anima et intelligentia ea inferior; sequitur, sub omni intelligentia, tria exsistere in esse. Ergo oportet ut possibilitas proveniendi horum trium ab illa intelligentia in creatione, sit quidem propter memoratam ternitatem, quae in ipsa esto Quod autem nobilius est, se¬quitur nobilius pluribus modis.
Exinde fit ut ex prima intelligentia inquantum Pri¬mum intelligit, necessario sequatur esse intelligentiae inferioris ipsa, et inquantum seipsam intelligit prove¬niat esse forma supremae sphaerae eiusque perfectio, quae eius anima est; et per naturam possibilitatis essendi quae ei inest, quaeque includitur in hoc quod intelligit suam essentiam, exoriatur esse corporeitatis orbis supremi, quae continetur in complexu essentiae sphaerae supremae secundum suam speciem, et hoc est quod cum potentia commixtum est.
Ergo ex eo quod prima intelligentia Primum intel¬ligit, prodit intelligentia; et ex eo quod spectat suam essentiam secundum duos suos modos, fit prima multipli¬citas cum suis duabus partibus, nempe materia et forma; sed materia par mediationem formae vel par eius con¬sortium; sicut possibilitas essendi exit in actum par actum qui correspondet formae caeli. Et sic se res habet in intelligentia et intelligentia, et in globo cae¬lesti et caelo quousque perveniatur ad intellectum agen¬tem qui nostras animas dirigit et administrat . Non autem oportet ut in hoc procedatur in infinitum, ita ut sub omni separato sit aliud separatum. Nam dicimus: si ex intelligentiis quaedam multiplicitas sequatur, hoc quidem ideo fit quia in ipsis dantur intentiones multi¬plicitatis. Sed hoc quod dicimus non convertitur, ita ut in unaquaque intelligentia sit haec multiplicitas, ex qua multiplicitate haec sequantur causata. Neque hae intel¬ligentiae inter se conveniunt specie, ita ut quod earum intentiones requirunt et exigunt, sit et ipsum conveniens et conforme.
(Hisce omnibus disputatis ab Auctore, praesertim a n. 6, perstringitur id quod est praecipuum in Avicennae Metaphysica et veluti punctum saliens ipsius universi systematis, processio scilicet rerum et emanatio multiplicis ab Uno eo modo qua ipse hoc intelligit, per intelligentias intermedias, ande determinatur forma illa pantheismi emanatistici intellectualis quae est eius propria et peculiaris. De qua videre est etiam Avicennae Metaph. in an¬tiqua vers. latina, Tract. IX, C. 3, fol. 104, recto, cit. edito 1508, et eiusd. opusc. De intelligentiis, c. 4, in ead. edit., fol. 65, recto. Hanc theoriam S. Thomas lucidissime, more suo, esponit et refutat in qq. disp. De Potentia, q. 3, aa. 4, 8, 16, et I P., q. 47, a. 1; in quaest. enim De Potentia, a. 16, recitata opinione Avicennae concludit: «Haec positio stare non potest: Primo, quia ponit poten¬tiam divinam terminari ad unum effectum, qui est intelligentia prima: Secundo, quia ponit alias substantias praeter Deum esse aliarum creatrices, quod est impossibile. Sequitur etiam ad hanc positionem, quod decor ordinis universi sit casualis ex quo rerum diversitatem non adscribit intentioni finis, sed terminationi poten¬tiarum activarum ad suos effectus. Et in Summa, P. I, loco ci¬tato, breviter ostendit quomodo ab Uno primo, scilicet Deo, possit procedere multitudinem, dicens ad 1um: «Agens par naturam agit per formam, per quam est, quae unius tantum est una, et ideo non agit nisi unum. Agens autem voluntarium, quale est Deus, agit par formam intellectam. Cum igitur Deum multa intelligere non repugnet unitati, et simplicitati ipsius, relinquitur quod licet sit unus, possit simul multa facere». Atque ita patet quomodo corruat fundamentum totius systematis Avicennistici, licet inge¬niosi, eo quod principali vitio laborat, scilicet, primum Principium agere necessario. Pendet etiam hic error ex non bene intellecta ratione creationis, quae cum sit productio totius entis ex non ente simpliciter, requirit absoluta potentiam essentiae infinitae incom¬municabilem alteri. Quoad mentem S. THOMAE de distinctione rerum cfr. et Contra Gent., l. 11, 39 et l. 111, 97, et pro refutatione syste¬matis, universim, cfr. praeter cito S. THOMAE loca, l P., q. 45, a. 5; q.65, a. 4; q.91, a.2; q. 110, a. 2: - I, II, q.63, a.1; Contra Gent., l. III, c. 69; De Verit., q. 5, a. 9; 11 Sentent., dist. 1, q. 1, a. 3 et 4; IV Sentent., dist. 5, q. 1, a. 3, q. 3. Nota de Carame)]
No hace falta que en este proceso vayamos al infinito, de manera que haya por debajo de todo [ser] separado, otro [ser] separado. Pues nosotros diremos: si a partir de las inteligencias ha resultado una multiplicidad, es a causa de las “intenciones” de multiplicidad que allí se encuentran. Pero nuestra afirmación no es reversible en el sentido que toda inteligencia contendría esta multiplicidad de la cual derivarían sus causados. Igualmente estas inteligencias no convienen a la especie, de manera que las exigencias de sus “intenciones” sean las mismas.
Comencemos a mostrar esta intención según otra vía, diremos: las esferas celestes son numerosas, por debajo del número que se encuentra en el primer causado, desde el punto de vista de su multiplicidad mencionada. Sobre todo si cada esfera está dividida en su forma y en su materia. En consecuencia, no es posible que su principio sea uno, a saber el Primer Causado. No es posible que toda esfera anterior sea causa de la [esfera] posterior. Esto porque la esfera en tanto que esfera no puede ser el principio de una esfera. Y en tanto que ella posee una potencia animada, no puede ser principio de otra esfera animada. Y esto porque hemos mostrado que toda alma, para cada esfera, es su perfección y su forma, no una sustancia separada, sino ella no sería una alma sino una inteligencia y ella no movería absolutamente más que por modo de deseo, y no se produciría en ella, enseguida del movimiento de la esfera, ningún cambio; y ella no tendría fantasía, ni imaginación por la comunicación con la esfera celeste. Ahora bien, el razonamiento nos ha ya conducido a establecer esos modos por las almas de las esferas como lo sabes.
Si las cosas son así, no es posible más que por las almas de las esferas, él emana de los actos en otros cuerpos diferentes que los de ellos si no es por el intermediario de sus cuerpos. En efecto, las formas de los cuerpos y su perfección son de dos maneras: 1. O bien las formas cuya subsistencia se encuentra en la materia: de la misma manera que su subsistencia tiene lugar en las materias de los cuerpos, igual lo que emana de su subsistencia al emanar por el intermediario de las materias de los cuerpos. Por esta razón el calor del fuego no calienta cualquier cosa pero lo que encuentra su cuerpo o una disposición de su cuerpo. Igualmente el sol no ilumina todas las cosas, sino lo que se encuentra cara a cara con su cuerpo. 2. O bien las formas cuya subsistencia es por sí misma no las materias de los cuerpos como las almas. De seguido, toda alma no ha sido apropiada a estos cuerpos más que porque su acción es por y en su cuerpo. Si su esencia y su acción estuviesen separadas del cuerpo a la vez, ella sería el alma de toda cosa no el alma de ese cuerpo solamente.
Parece entonces, según todos los aspectos que las fuerzas celestes que están impresas en sus cuerpos no actúan más que por el intermediario de sus cuerpos. Y es imposible que ellas produzcan por el intermediario del cuerpo, un alma, puesto que el cuerpo no será el intermediario entre un alma y otro [cuerpo?]. Si ellas pudiesen producir un alma sin el intermediario del cuerpo, tendrían una subsistencia autónoma sin el cuerpo, y una apropiación a una acción separada de su esencia y de la esencia del cuerpo. Ahora bien, esto es otra cosa diferente de lo que mencionamos.
Y si ellas no producen un alma, no producirían más cuerpos celestes: en efecto, el alma es anterior al cuerpo en dignidad y en perfección.
Si ponemos para cada cuerpo celeste alguna cosa que emane donde [él], en su cuerpo, cualquier cosa o una impresión sin que su esencia sea enteramente absorbida por la ocupación de ese cuerpo en él, sino que su esencia salga distinta de ese cuerpo por la subsistencia y por la acción, no nos oponemos a ello. Eso es lo que llamamos la inteligencia pura. Y decimos que la emanación de lo que viene después, ella, viene de ella.
Pero esto es algo diferente de lo que es actuado a partir del cuerpo y otra cosa diferente de lo que está asociado al cuerpo, y lo que se convierte en una forma apropiada a él, y otra cosa de lo que se produce según el modo del que hemos hablado mientras que hemos establecido [la existencia] de esta alma.
Claramente ha parecido que para los cuerpos celestes hay principios no corporales, y otros diferentes que las formas de los cuerpos [celestes] y que a cada cuerpo celeste es apropiado una de esas formas. Y todas se asocian en un principio único.
Lo que es indubitable, es que hay inteligencias simples, separadas, que se producen con la producción de los cuerpos humanos: ellas [las formas] no son corruptibles, pero permanecen. Hemos mostrado esto en las ciencias físicas. Ellas no emanan de la causa primera porque son múltiples, a pesar de la unidad específica, y porque comienzan a ser. Ellas son, por tanto, causadas por la causa primera por [un] intermediario.
Pero no es posible que las causas eficientes intermediarias entre la [causa] primera y ellas mismas sean inferiores en dignidad, y que ellas no sean inteligencias simples separadas. Pues las causas que dan la existencia poseen una existencia más perfecta, mientras que aquellas que reciben la existencia pueden tener una existencia menos elevada. Hace falta, entonces, que el Primer Causado sea una inteligencia, una por esencia y no es posible igualmente que de él provenga una multiplicidad que posee una unidad específica. En efecto, si estas ideas múltiples que se encontraban en él, y por los cuales produciría la multiplicidad, tendrían esencias diversas, entonces lo que exigiría cada una de las esencias sería diferente de lo que exigiría la otra en la especie. Lo que resulta del uno no será lo que resulta de la otra sino de otra naturaleza. Si por el contrario las esencias eran idénticas por lo que se diversifican y se multiplica, entonces que no haya división de la materia?
En consecuencia, no puede producirse a partir del Primer Causado una multiplicidad más que de especies diferentes. En consecuencia, las lamas terrestres muy igualmente no son producidas por el Primer Causado sin intermediario de otra causa existente. Igualmente es así con toda causa primera elevada hasta que se alcance a un causado cuya producción tiene lugar al mismo tiempo que la producción de los elementos generables y corruptibles, a la vez, específicos y numéricamente múltiples, entonces la multiplicidad del receptor es la causa de la multiplicidad de la acción del Principio que es  por sí. Y esto después de la actividad de la existencia de  todos los [cuerpos] celestes. Hace falta entonces, siempre una inteligencia tras otra hasta que se produzca la esfera de la Luna puesto que se producen los elementos y se disponen a recibir una impresión, una específicamente, múltiple numéricamente, de la última inteligencia. Ya que si la causa no se encuentra en el agente, hace falta necesariamente que esté en el receptor.
Hace falta entonces que ella se produzca a partir de cada inteligencia bajo ella y habrá interrupción de tal manera que las substancias intelectuales se producirán de una manera distinta e numerosas en su cantidad como sigue de la multiplicidad de las causas. En este momento habrá suspensión [de la emanación].
Parece, por tanto, claro que si una inteligencia es elevada  e dignidad, es a causa de una intención que el ella se encuentra. En tanto que ella entiende el Primero, él se produce a partir de ella, necesariamente, otra inteligencia por debajo de ella; y en tanto que ella se entiende a sí misma, se produce a partir de ella una esfera con su alma y su cuerpo. El cuerpo de la esfera proviene de  [esta inteligencia] y subsiste por el intermediario del alma de la esfera (animae celestes-Plotinus: anima mundi?) pues toda forma es causa que su materia sea en acto puesto que la materia misma no posee subsistencia.

Libro IX, Capítulo V, sobre la manera por la cual los elementos son engendrados a partir de las causas primeras

Mientras que se termina el número de las esferas celestes. Deriva necesariamente, después de ellas, la existencia de los elementos. Y esto ya que los cuerpos elementales son generables y corruptibles, hace falta entonces que sus principios próximos sean cosas susceptibles de un cierto cambio y de un movimiento y que lo que es inteligencia pura no sea la única causa de su existencia. Esto resalta claramente de los principios que hemos muchas veces mencionado y que acabamos de exponer.
Ahora bien, esos elementos poseen una materia que les es común y una forma por la cual se distinguen. Así mismo, la diversidad de sus formas debe provenir de lo que determina la diversidad de las disposiciones de los cielos, y la conformidad de su materia de lo que determina una conformidad en las disposiciones de los cielos.
Ahora bien, las esferas poseen esta naturaleza común de exigir el movimiento circular; hace falta entonces que lo que exige esta naturaleza determine la existencia de la materia y lo que en ellas difiere sea un principio que dispone la materia para las diversas formas. Pero las cosas múltiples, que poseen un género una especie comunes no pueden ellas solas sin asociación con cualquier cosa determinada, ser causa de una esencia, que en sí misma es conforme y una, pero que no subsiste más que por otro. En consecuencia, este uno no proviene de las cosas más que por unión a un Uno que les relaciona a cualquier cosa del uno. Hace falta que las Inteligencias separadas, sobretodo la última, la que está más cercana a nosotros, sea de la cual fluye, en asociación con los movimientos celestes, cualquier cosa en que se encuentre un propósito   de las formas del mundo inferior, desde el punto de vista de la pasión, que en esta inteligencia o esas inteligencias [se encuentran], el propósito de las formas desde el punto de vista de la acción. Luego, de esta inteligencia fluyen en las inferiores, las formas según un modo [especial] y por la apropiación, sin embargo, no exclusivamente de ella. Ya que el uno actúa sobre el uno, como lo sabes, [Brindando] uno solamente, pero [ellas fluyen] con la asociación de los cuerpos celestes, también se formará, si una de las influencias celestes apropia sin intermediario, esta cosa, un cuerpo elemental, o por un intermediario que le constituye en una disposición propicia después de la disposición general que su sustancia tenía. Entonces, de esta [sustancia] separada fluye una forma particular,  y ella se imprime en esta materia. Ahora bien, sabes que el uno no se apropia del uno, en tanto que cada uno de ellos es uno, por algo diferente que lo que posee, pero es necesario que haya diversos apropiadores.
Ahora bie, los apropiadores de la materia son los “preparadores”, pues el preparador es aquel que produce cualquiero cosa en el “preparado” de manera que la relación de este a cualquier cosa determinada es más grande que algo diferente de él. Y esta preparación hace prevalecer la existencia de lo que es más digno de ser en él a partir de los principios donadores de las formas.
Si la materia estaba según su primera disposición, se comportaría igualmente con respecto de dos contrarios, entonces, ¿cómo uno de ellos prevalecerá? A menos que esto sea en el cual los agentes que producen una influencia sean diversos.
Pero esta diversidad igualmente se relacionaría a diversas materias según una relación única. No es posible entonces que en virtud de esta relación una materia sea apropiada antes que otras, a menos que no hubiese igualmente cualquier cosa que se encuentre en esta materia, y esto no puede ser más que la preparación perfecta.
Esta preparación perfecta no es otra cosa que su adaptación perfecta a una cosa determinada, que es por lo que ella ha sido preparada. Como por ejemplo el agua: si la calentamos abundantemente, el calor ajeno se reúne con la forma acuosa, que tiene una relación lejana con la forma del fuego. Si esto aumenta y la adaptación se torna más fuerte, es en torno a la forma del fuego que fluye y a la del agua que cesa.
Y puesto que la materia no puede permanecer sin forma, su subsistencia no puede provenir solamente de los primeros principios a los cuales está referida, sino de los principios y de la forma. Y puesto que antes de la forma que hace subsistir actualmente la materia, la materia subsistía sin ella, se sigue que su existencia no proviene de [esta] forma solamente, sino de ella y de otros principios, por su intermediario o por el intermediario de otra [materia] semejante a ella. Si la [existencia de la materia] se debía a los primeros principios solamente, ella no sería después de la forma, y si fuese a partir de la forma solamente, ella no habría precedido a la forma. Pero como el movimiento circular en el cual converge allá abajo, [en] el cielo sigue una naturaleza que la naturaleza propia de cada esfera hace existir, igualmente la materia aquí, lo que la hace existir con la naturaleza común, es lo que proviene de las naturalezas particulares, a saber, las formas.
De igual manera que el movimiento es el más vil de los estados allá abajo. De igual manera que la materia es la más vil de las esencias allá abajo, y de igual manera que el movimiento allá abajo sigue una cierta naturaleza en potencia, de igual manera la materia allá abajo corresponde a lo está en potencia.
De igual manera que las naturalezas particulares y comunes allá abajo son principios o determinadores por la naturaleza de lo particular y de lo común, igualmente las diversas y variables relaciones que siguen allá abajo las naturalezas particulares y comunes y le advienen a causa del movimiento, son el principio del cambio de los estados y su alteración allá abajo.
Idem la mezcla de su relación allá abajo, es causa de la mezcla de las relaciones  de esos elementos o una ayuda. Los cuerpos celestes tienen una influencia sobre los cuerpos de este mundo por medio de las cualidades que les son propias y que de ellas fluyen en este mundo.
y sus almas igualmente tienen una influencia sobre el alma de este mundo. Y por medio de estas “intenciones” sabemos que la naturaleza que gobierna estos cuerpos, como la perfección y la forma, es producida por el Alma difusa en la esfera celeste o por su auxilio.
Algunos de los que se ocupan de esta ciencia afirman que el cielo, puesto que es esférico, debe volver sobre algo estable en su centro. De su fricción con él, resulta un calentamiento tal que se transforma en fuego. Y lo que está alejado de él permanece en reposo y se torna frío y condensado hasta que se transforma en tierra.
Y lo que [está] cerca del fuego se torna caliente, pero menos caliente que el fuego. Y lo que sigue a la tierra es espeso pero menos espeso que la tierra.
El poco de calor y de espesor entrañan necesariamente la humedad. En efecto, lo seco proviene o de lo caliente o de lo frío, pero la humedad que sigue de la tierra es más fría y la que sigue del fuego es más caliente. Esta es la razón de la generación de los elementos. He aquí lo que han dicho [los que se ocupan de esta ciencia]. Pero esto no es algo que pueda demostrarse de una manera silogística. Si en lo examinamos vemos la falsedad y bien parece que las cosas se pasan según una ley diferente y que en esta materia que se produce en asociación fluye a partir de cada una de las esferas celestes, –y a partir de cuatro, o a parir de muchos– agrupados en cuatro colecciones, cualquier cosa que la vuelva apta a [recibir] la forma de un cuerpo simple en el momento que haya sido dispuesta, ella recibe la forma del Dator formarum, o bien todo esto fluye de una sola esfera y que ella basta para que haya una causa que entrañe necesariamente una división de causas, y que permanezca para nosotros oculta. En efecto, si deseas saber la debilidad de lo que han afirmado, considera que ellos afirman como necesario que la existencia sea primero a un cuerpo que no posee otra forma constituyente que la forma corporal y que no adquiere las otras formas más que por el movimiento, y en segundo lugar por el reposo. Hemos ya mostrado anteriormente la imposibilidad de una [afirmación] semejante y hemos mostrado que el cuerpo no puede ser acabado sólo por la forma corporal más que si es acompañada por otra forma. Igualmente, su forma, que hace subsistir la materia no puede consistir solamente en dimensión, pues las dimensiones siguen, en su existencia, a otras formas que preceden las dimensiones en la “hylè”.
Si quieres, considera la disposición de la dilatación que proviene del calor y de la condensación que proviene de lo frío. Pero el cuerpo no se torna cuerpo [caliente] a no ser que llegue a ser de seguido a un cuerpo diferente en el movimiento. Entonces la continuación de este movimiento le calienta, movimiento que hemos mostrado que no es violento sino natural, hace falta entonces que su naturaleza se torne perfecta. [Pasaje oscuro]
Pero es posible que si naturalmente se vuelve perfecta, ella no se conserva en el lugar que es el más apto para conservarla. El calor en efecto se conserva allí donde se encuentra el movimiento y el frío se conserva donde se encuentra el reposo.
De seguido ellos no han considerado por cuál causa a sido necesario a una parte de esta materia descender al centro, y que el frío le llegue, y por cuál razón otra parte se ha quedado cercano de lo alto.
En cuanto ahora la causa de los [fenómenos] conocida: de un punto de vista universal, es la ligereza o la pesantez; pero de un punto de vista de cada una de las partes de un mismo elemento, es porque es verdad que las partes de los elementos han sido engendrados y que si una parte de este elemento  es engendrada en un ambiente, necesariamente esto entraña que una parte de su superficie mire hacia lo alto si se mueve hacia lo alto y entonces esta superficie es más digna de estar en lo alto que otra superficie.
Pero al inicio de la formación del elemento, si una de esa superficies va hacia lo alto, y otra hacia lo bajo, es porque necesariamente es transportado por medio de cierto movimiento y que el movimiento le ha necesariamente asignado a cierto situs.
Lo que me parece más probable es la [solución] que hemos adoptado. Y creo aquel que ha avanzado esta [teoría] a propósito de la generación de los elementos ha querido poner [las cosas] a la puerta de ciertos vulgares con los que estaba en correspondencia. Aquel que ha venido después de él ha afirmado que lo decía de  cierta manera. Mientras que el autor mismo de estas palabras era muy dudoso y problemático.



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