Ricardo Marcenaro bitácora - Barba. Barba. 2

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in | Posted on 0:07


Selfportrait



He leído artículos de finales de siglo 19 donde las mujeres se quejaban porque los hombres dejaban de usar barba.
Se referían a la perdida de la masculinidad sobre todo.
La barba siempre fue una especie de símbolo de secreto erotismo, una llave para el deseo.
Barba azul, Barba roja y la idea del pirata aventurero que la rapta a ella, y a la luna y al vaivén del barco, la llena de amor salvaje.
El barbado asesino francés que las seducía y se libraba de ellas por seguir con la cacería de incautas o simples víctimas de sus propios deseos reprimidos.
El Che hermoso y revolucionario con su melena al aire, su carácter fuerte e indoblegable, su nobleza, sus facciones, la sonrisa encantadora, un desaliño que huele a pasión y libertad que alimenta.
Cristo semidesnudo agonizando en la cruz, desgarrador y sin embargo representado como algo bello, recorrido de sensual vida en las expresiones de la cara, el pecho, la sangre que le da relieves, los gradamientos musculares con que los artistas de cada época le representaron.
Walt Whitman y Unamuno, Debussy y Dostoievski, Li Po y Lao Tzu, Galileo y Miguel Ángel, Van Gogh y una lista interminable de atractivos por peso propio de vida y obra.

Por ninguna razón de éstas me dejo la barba.
Una barba se deja porque simplemente se deja, se ama tener barba, se necesita tener barba, agrada tener barba.
No me imagino mi vida sin la barba.
La amo.


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