Percepciones: Parte 4 - Ricardo Marcenaro bitácora

Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in | Posted on 7:07









Percepciones 4



He sido jurado en un concurso de arte en un prestigioso colegio francés, a medida que crecía la edad de los alumnos, los dibujos más se empobrecían.

Los más pobres eran los de los padres, me asombró mucho esa escala descendente, lo recordé a Romero Brest cuando hablaba de la educación matando la creatividad de los niños, que es matar su riqueza.

Lo vi claro en un mapa que se llama dibujos.

Tu ser es rico, viene así de nacimiento.

Puedes ser avaro, guardar todo lo que tienes como aquel que en el banco se deleita viendo crecer una pila que no usa.

Así, lo que no se usa en el Ser, se atrofia, lo que se atrofia se pierde, eso pasa con el dinero, se devaluará, como sucede con nuestros músculos perdiendo su poder en la inmovilidad, como con nuestros dones que al no uso, su retaceo, ausencia de educación, vagancia, no solo se pierden, personalmente creo que nos son retirados, pues mi visión es que la vida es sacra y algo mucho más poderoso que el humano la comanda, da y quita.

Seguro, no hay nada en esta vida, opuestamente a lo anterior, se puede ser generoso, no regalando la pila de dinero, reservando un tanto, invirtiendo otra, de forma tal, que en la comunicación que será tú inversión, obtengas múltiples ganancias.

Así lo hace aquél que reproduce por un lado su dinero, por otro recibe la satisfacción moral de generar movimiento, dando empleos, bienestar a otros, creciendo él mismo como ser, y en la seguridad de su ser, reflejada en los otros, como factor positivo, tanto como en ésta dinamia del intercambio, en la que percibe nuevas formas, formas aún más enriquecedoras de reproducir sus bienes o sus dones, percibiendo lecturas de más y mejores oportunidades, que es hacerse más sensible e inteligente a lo que se hace, refinándose.

En el proceso de dar se recibe mucho más de lo que se toma.

Por eso el avaro siempre estará en mengua, si de bienes que no son solo dinero hablamos.

En este sentido la parábola de los dones de la Biblia es por demás explicativa de esta función que en el ejercicio de una percepción,  lleva a una visualización de la vida, y la ejemplifica extraordinariamente.

Desde el día que la leí, en mi infancia, quedé altamente impresionado, impactado por ella, siempre estuvo en mi ser consciente e inconscientemente, hablando y latiendo, como guía de proceder.

Al hablar de percepciones, inmediatamente tocaremos características hermanas, bien íntimas a su concepto, riqueza y pobreza, son dos producidos en directa relación con el desarrollo que de la percepción hagamos. Más percibimos, más ricos nos volvemos, menos percibimos, más pobres.

Es más rica la percepción como su calidad proyectiva, la cual es la visión, en la medida que ésta más se desarrolle practicada, ejercitada, pensada, sentida (con sentido, pensada a través de los sentidos también, se piensa con todo el cuerpo, no solamente con la cabeza).

A la vez, la percepción cuanto más desarrollada, más tenderá por pulsión, como si fuera un sol, a una propulsión, a una visión más activa, más amplia en su panorámica, e instantánea en el sentido de acelerar cada vez más el atrape de lo que sucede, no en lo evidente, que eso lo ven muchos, en lo subyacente, lo que hay debajo, que muy bien impulsa lo que puede confundirse y no lo hace, si solo se lee la superficie.

A la vez, hay varias capas de cosas que suceden, no hacemos algo por una sola razón, las cosas que hacemos están motivadas por una gama muy amplia de acciones que nos suceden, que en cierta forma condicionan nuestros deseos e ideas del por qué ir o hacer en algo.

En la correcta lectura de éstas capas, que es percibir estratos e interactuaciones, surgirá el dialogo que mueve el ser y hacer del otro, o de lo otro.

Pero no todo se ciñe a lógicas que pudieran ser descriptas en fin sujeto a una fórmula matemática, pues entonces los libros de la vida hubieran sido escritos develando nuestros secretos, nuestras más grandes y angustiantes preguntas que se formulan los seres humanos en cualquier parte del mundo, el Ser, el amor, el morir, la felicidad, el dolor…

Hay algo secreto, algo del orden energético que no podemos traducir en una lógica lineal que nos explique el devenir de los sucesos.

En esta otra lógica, ¿la podemos llamar así aunque aún sea ilógica para nosotros, en el actual estado de desarrollo que tenemos de nuestra mente, de nuestro lenguaje, de nuestra percepción de fenómenos que no podemos precisar? , un flujo corre acercándonos al conocimiento, al encuentro con la circunstancia que percibimos.

Es como en el enamoramiento, no sabemos qué pasa, pero sabemos que tenemos una historia para escribir con esa persona antes de pronunciar una sola palabra, antes de ni siquiera tocarnos, algo en la mirada, pero por sobre todo, un instantáneo reconocimiento.

Es algo que está más allá de las cosas evidentes, de los gustos que se podrían traducir como una serie de ideales, muchas veces los contradicen totalmente, pero ahí está esa sensación energética que nos dirige al otro, una inmensa fuerza se apodera de nosotros y a la vez, nos la hace emanar. ¿Se ha podido alguna vez traducir este fenómeno en una suma de puntos que lo puedan traducir perfectamente de manera tal que reagrupados igualmente en otro aseguren la repetición de este fenómeno? No, definitivamente, la particularidad se opone a ello.

Quizás aquí esté uno de los puntos más importantes de la aplicación del poder perceptivo, la particularidad evaluada que reconoce la unicidad del Ser, desde mi unicidad a la tuya, desde mi unicidad al fenómeno, a la circunstancia que quiero ver.

Lo que quiero decir, que hay que tener cuidado con reglar el asunto y sumar unos más unos de características que hayamos anotado en otros.

¿Qué es lo que quiero ver?, ¿Una verdad que busco, que en realidad lo que está expresando es una proyección de mí deseo, algo que me espeje?, eso no es ver, eso es proyectar, ver es estar vacío y dejarse llenar, cuando percibimos, el acierto nos llena.

Lo otro es que mis necesidades hablen, que engañen mis sensaciones, ¿cuántas veces se han arrepentido de estar con alguien y pasado el tiempo cayeron en la cuenta que en realidad inventaron una persona que los desilusionó al verla realmente?

¿Cuántas veces nos enojamos con ese otro sujeto por sentirnos engañados cuando en realidad somos nosotros los que nos hemos engañado pintándolo de ese otro necesitado de nuestra necesidad?, ¿hay alguno que se haya salvado de hacer eso?

Permanecer quiere decir espectar, estar como un espectador que es llevado por la acción que sucede, sin juicios ni prejuicios, libre de toda idea, esto requiere de una vacuidad, de un dominio del vacío.

¿Qué llenaríamos si estuviésemos llenos y las propias ideas chocaran en la cabeza y todo el cuerpo?, ¿qué escucharíamos, qué veríamos, qué percibiríamos con tanto ruido?

Como en el lenguaje oral, para entender al otro, como para entenderse con lo otro, integradamente, hace falta saber escuchar, lo que quiere decir pausar, vaciarse de la acción de querer hablar, recibir la palabra, por lo tanto, en el lenguaje sin palabras, el no tenerlas, ayuda y mucho.

Solo así se puede suceder, pues para suceder hace falta integrar, uno aprende cuando integra las relaciones, lo otro es repetir como un loro por acción de una memoria que reitera, pero no que integra y saca sus propias conclusiones.

Permanecemos para poder suceder, es decir, nos quedamos en vacío por darnos la oportunidad de integrar y una vez integrados, despegar de nosotros esa nueva armonía que emitimos como una percepción que transparenta.

Recuerden las palabras que les pedí que guardaran en los anteriores capítulos, pues si las guardaron, las están viendo caer para reafirmar conceptos que espero se vayan completando.

En el permanecer debe haber una actitud de transparentarnos, para llegar a transparentar debemos ser transparentes, aquietar el caos, borrarlo, cesar, absorber aquello que nos viene del otro, vacíos para recibirlo, sin intenciones, para bien evaluarlo, salidos del ego, para entrados en el otro entender qué nos dice, luego, de dónde viene aquello que nos dice, extendiendo un mapeo que ajuste la totalidad de lo percibido.

¿La imposición de tú discurso, te llevó a algún acuerdo firme, que se ha sostenido en todo el curso de tú vida?, y si es así, ¿me dirías cuál?, personalmente ignoro algún ejemplo que se pueda dar como un triunfo presentado de ésta manera de hacer.

La conciliación asegura triunfo, la imposición derrota o triunfo provisorio seguido de desgracia.

Pongámoslo de una forma más pedestre pero no menos real, los buenos negocios son los que benefician a ambas partes, tú puedes hacer un negocio que crees bueno pues has logrado aprovecharte de alguna circunstancia que te ha permitido una percepción de ganancias extraordinarias, pero lo más seguro es que no puedas volver a repetir negocios con esa persona, o entidad, pues, o los fundiste, o los resentiste.

Un buen negocio es aquel que se maneja en el tiempo, se hace de continuo, de manera que en el intercambio, las partes, se aseguran que nunca falte, y que nunca falte, es lo que todos queremos, ¿o no?, ¿no es este modo aplicable a las relaciones humanas? Yo creo que sí.

Nadie crea una empresa para el instante, no hay empresa que sobreviva a eso.

Comprender habiendo percibido, es suceder caminando en el tiempo a un adelante en el que viajas alimentado, no famélico en tú ego-itsmo.

Aún no he tenido la suerte de conocer un egoísta feliz.

Nada, más que uno, impide el tener intereses y expresarlos claramente, que si son justos y consideran a lo otro, serán aceptables, negociables o conciliables.

Al egoísta, le es imposible transparentar, siempre ocultará sus intenciones, siempre tendrá puertas cerradas que oculten sus vergüenzas de las que no se ha podido liberar convirtiéndose en esclavo de sí mismo, anudándose, calcándose, auto-representándose, negándose el proceso evolutivo al que estamos sometidos todo ser y cosa, llamados a Ser: haciendo, en transformación continua.

¿Para qué atrofiarse si los nudos cortan la circulación de aquello que si fuese fluido penetrara en todo el cuerpo de la cosa a la que vamos por percibirla, y pudiéndolo hacer, establecer puntos múltiples de contacto?

¿Qué se puede sostener firmemente apoyado sobre un solo punto, qué empresa, qué idea, qué comprensión, qué aprendizaje, qué amor, qué conclusión, qué creación, qué invento…?

La percepción se sirve de la multiplicidad, la variedad, para completarse en el acierto que manifieste la riqueza de la que proviene, riqueza que en su conclusión, tenderá a la sencillez esencial del resumen.

Esencia de la percepción entonces, como del perfume el resumen del volumen, como de la fórmula matemática, geométrica, de la física o la química, que devienen del volumen también, el de los cálculos complejos que arriban al resultado: expresado de manera esencial e indubitable.


Ricardo Marcenaro 





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