Opinion: Ricardo Marcenaro - Vladimir Maiakovski y Walt Whitman hermanados - La Flauta Espinazo de Maiakovski - Poema 9 en Canto a Mi Mismo de Whitman
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Opinion: Ricardo Marcenaro - Vladimir Maiakovski y Walt Whitman hermanados - La Flauta Espinazo de Maiakovski - Poema 9 en Canto a Mi Mismo de Whitman | Posted on 21:32
Vladimir Miakovski
y Walt Whitman
hermanados
Leí por primera vez a Maiakovsky aproximadamente a los 17 años, me impactó muchísimo, su voz llena de potencia, poesía que se dice a los gritos, vomitada desde la indignación que no aguanta un segundo más de silencio.
Revulsivo, desde las tripas la palabra puesta en cadenas ardientes que incendian el aire lector, fuego, metrallas de las brasas esquirladas de un alma resistiéndose a agonizar vivo, a caminar dormido e insensible, ciego y mudo, bruto y pasivo.
En él encontré una voz tan potente como la de Walt Whitman, aunque en otro sentido, y hasta en lo opuesto, amigos, hermanos, cofrades.
Whitman dice ¡basta de cantarle a la miseria, el humano es grandioso, cantad con la voz de los entusiasmados!, Vladimir Maikovski dice ¡lo grandioso es cantarle a las miserias humanas con los gritos de los agotados!
Dos extremos que como en todos ellos, por muchos costados se aman, integrándose.
Walt camina su tierra próspera en aventura inmersa en una revolución del trabajo, su espíritu periodístico, su inteligencia dado a la crónica, su oído sensible a quienes están viviendo el progreso, haciéndose la riqueza, y de ella, un poder de columna imposible de ignorar en el mundo.
Vladimir camina su tierra ensangrentada por los finales de un sistema opresor con guerra perdida a las espaldas, y la apertura de otro sistema que en el extremo supuesto del anterior, se conduce al suicidio con los mismos elementos, A Maiakovski lo golpea la pobreza por todas partes, el hambre hablando en la lengua incendiada antes de morir.
Percibí esa voz de tal manera internada en la forma, que muchos años después, gracias a los actuales sistemas de videos compartidos mundialmente, accedí a ver uno de origen ruso en el que oraba un poema en el mismo tono que levantábase de la primera lectura que había hecho tanto tiempo atrás, era la voz que imaginaba, que sentí exacta desde dentro, así era y así sonaba Maiakovski en los dos campos, letra y voz: una.
Aún hoy como será para siempre, ambos me producen intensas vibraciones en sus espíritus de navegadores amantes de llevarnos a las olas agitando mares diferentes de un mismo océano, pisan con escándalo la tierra que habitan hechos a la obligación de ser escuchados, ambos en un profundo debate de la existencia, ambos, simplemente formidables poetas, integrales y máximos.
RM
Revulsivo, desde las tripas la palabra puesta en cadenas ardientes que incendian el aire lector, fuego, metrallas de las brasas esquirladas de un alma resistiéndose a agonizar vivo, a caminar dormido e insensible, ciego y mudo, bruto y pasivo.
En él encontré una voz tan potente como la de Walt Whitman, aunque en otro sentido, y hasta en lo opuesto, amigos, hermanos, cofrades.
Whitman dice ¡basta de cantarle a la miseria, el humano es grandioso, cantad con la voz de los entusiasmados!, Vladimir Maikovski dice ¡lo grandioso es cantarle a las miserias humanas con los gritos de los agotados!
Dos extremos que como en todos ellos, por muchos costados se aman, integrándose.
Walt camina su tierra próspera en aventura inmersa en una revolución del trabajo, su espíritu periodístico, su inteligencia dado a la crónica, su oído sensible a quienes están viviendo el progreso, haciéndose la riqueza, y de ella, un poder de columna imposible de ignorar en el mundo.
Vladimir camina su tierra ensangrentada por los finales de un sistema opresor con guerra perdida a las espaldas, y la apertura de otro sistema que en el extremo supuesto del anterior, se conduce al suicidio con los mismos elementos, A Maiakovski lo golpea la pobreza por todas partes, el hambre hablando en la lengua incendiada antes de morir.
Percibí esa voz de tal manera internada en la forma, que muchos años después, gracias a los actuales sistemas de videos compartidos mundialmente, accedí a ver uno de origen ruso en el que oraba un poema en el mismo tono que levantábase de la primera lectura que había hecho tanto tiempo atrás, era la voz que imaginaba, que sentí exacta desde dentro, así era y así sonaba Maiakovski en los dos campos, letra y voz: una.
Aún hoy como será para siempre, ambos me producen intensas vibraciones en sus espíritus de navegadores amantes de llevarnos a las olas agitando mares diferentes de un mismo océano, pisan con escándalo la tierra que habitan hechos a la obligación de ser escuchados, ambos en un profundo debate de la existencia, ambos, simplemente formidables poetas, integrales y máximos.
RM
LA FLAUTA ESPINAZO
Vladimir Maiakovski
Por todas
las que me gustaron o me gustan,
guardadas como iconos en la gruta del alma,
copa de vino en un brindis,
alzaré mi cráneo colmado de versos.
Pienso más y más
si no sería mejor poner
punto con bala a mi fin.
Hoy,
por si acaso,
doy un concierto de despedida.
¡Memoria!
Junta en la sala de la frente
los turnos incontables, mis amores.
De ojo a ojo la risa derrama,
la noche y sus sartas de pasadas bodas.
De cuerpo a cuerpo se derrame el gusto.
Nadie olvide esta noche:
hoy tocaré la flauta
en mi propio espinazo.
Por todas
las que me gustaron o me gustan,
guardadas como iconos en la gruta del alma,
copa de vino en un brindis,
alzaré mi cráneo colmado de versos.
Pienso más y más
si no sería mejor poner
punto con bala a mi fin.
Hoy,
por si acaso,
doy un concierto de despedida.
¡Memoria!
Junta en la sala de la frente
los turnos incontables, mis amores.
De ojo a ojo la risa derrama,
la noche y sus sartas de pasadas bodas.
De cuerpo a cuerpo se derrame el gusto.
Nadie olvide esta noche:
hoy tocaré la flauta
en mi propio espinazo.
Poema 9
Walt Whitman
Las amplias puertas del granero están abiertas y aguardan;
La hierba seca de la última siega colma el carromato
lentamente arrastrado;
La límpida luz juega sobre la tostada alfalfa y denuncia
los brotes aún verdes;
Las brazadas están apiladas ante el henchido pajar.
Yo estoy allí- Yo ayudo- He llegado tendido en lo alto
de la cargada carreta;
He sentido el grato traqueteo- una pierna encima de la
otra;
He saltado de través para recoger el trébol y la alfalfa,
Y he caído rodando, hecho un ovillo, llenos mis enmarañados
cabellos de briznas de la paja.
Las amplias puertas del granero están abiertas y aguardan;
La hierba seca de la última siega colma el carromato
lentamente arrastrado;
La límpida luz juega sobre la tostada alfalfa y denuncia
los brotes aún verdes;
Las brazadas están apiladas ante el henchido pajar.
Yo estoy allí- Yo ayudo- He llegado tendido en lo alto
de la cargada carreta;
He sentido el grato traqueteo- una pierna encima de la
otra;
He saltado de través para recoger el trébol y la alfalfa,
Y he caído rodando, hecho un ovillo, llenos mis enmarañados
cabellos de briznas de la paja.
Hojas de Hierba - Canto a Mí Mismo
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Mismo de Whitman
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