Ricardo Marcenaro bitácora - Diarias del gato
Posted by Ricardo Marcenaro | Posted in Ricardo Marcenaro bitácora - Diarias del gato | Posted on 0:59
Una nueva del gato, recostado a mi lado, estiro la mano al costado de mi pierna donde está él, el abre la palma de la suya sobre uno de mis dedos, cierra sus dedos agarrándome la punta del mío, me hizo acordar a mis hijos cuando eran bebés y hacían lo mismo.
Se quedó un largo rato haciendo eso, sosteniendo firmemente mi dedo con sus dedos apretando, los ojitos cerrados, le faltaba un chupete. Muy raro, no sabía que los gatos hacían eso.
Al principio, cuando vino, se perdía por largo tiempo, ahora no, está cerca siempre, sale un poco, tiene sus horarios predilectos, pero enseguida que entra se viene a mi escritorio como un chico, enseguida me salta al hombro o me estira la nariz o el costado de la cabeza, pero ahora se toma la costumbre de saltarme al hombro y colgarse como un niño que dice: hola papá!
Apenas que vino, cada tanto vomitada una bola de pelos, a mi me asustaba por que nunca había tenido gatos y no sabía que le pasaba, pero desde que estamos solos, nunca más volvió a hacer eso, sigue limpiándose, pero nada de bolas de pelos, quizás sea que le gusta mordisquear pasto y eso lo ayude. Lleva una vida muy natural, es inteligente, amable, curioso, entiende perfecto cuando le hablo.
Si me voy a la vereda de enfrente a hablar con alguien se pone inquieto, entonces empieza a llamarme, teme a los autos, el ruido lo asusta, los ruidos en general. El otro día limpiamos cañerías con aire comprimido, desapareció hasta que terminó todo. Seguramente fue a lo del vecino, tiene un lugar, no se deja tocar, lo quieren, el los mira a la distancia, como un sacerdote del silencio, como si entendiera algo más.
Ahora duerme en mi cama, empieza el frío, no es tonto, a veces voy y lo arropo, levanta la cabeza y me mira con amor, le encajo besos, le encanta. Cuando duermo a veces se me sienta encima, otras tira su brazo apoyado sobre mi pierna, abrazándome: hola compañero. Si voy al baño, tras de mi, y da vueltas y revisa cuidando que yo esté seguro, asomándose la la puerta, va y viene. Si se cierra la abre con su mano. A veces se sienta del lado de afuera en actitud de guardia.
Ama que le limpie las orejas con una servilleta de papel, es su masaje favorito y yo le doy el gusto.
El tipo me adora y yo a él.
Ricardo Marcenaro
Se quedó un largo rato haciendo eso, sosteniendo firmemente mi dedo con sus dedos apretando, los ojitos cerrados, le faltaba un chupete. Muy raro, no sabía que los gatos hacían eso.
Al principio, cuando vino, se perdía por largo tiempo, ahora no, está cerca siempre, sale un poco, tiene sus horarios predilectos, pero enseguida que entra se viene a mi escritorio como un chico, enseguida me salta al hombro o me estira la nariz o el costado de la cabeza, pero ahora se toma la costumbre de saltarme al hombro y colgarse como un niño que dice: hola papá!
Apenas que vino, cada tanto vomitada una bola de pelos, a mi me asustaba por que nunca había tenido gatos y no sabía que le pasaba, pero desde que estamos solos, nunca más volvió a hacer eso, sigue limpiándose, pero nada de bolas de pelos, quizás sea que le gusta mordisquear pasto y eso lo ayude. Lleva una vida muy natural, es inteligente, amable, curioso, entiende perfecto cuando le hablo.
Si me voy a la vereda de enfrente a hablar con alguien se pone inquieto, entonces empieza a llamarme, teme a los autos, el ruido lo asusta, los ruidos en general. El otro día limpiamos cañerías con aire comprimido, desapareció hasta que terminó todo. Seguramente fue a lo del vecino, tiene un lugar, no se deja tocar, lo quieren, el los mira a la distancia, como un sacerdote del silencio, como si entendiera algo más.
Ahora duerme en mi cama, empieza el frío, no es tonto, a veces voy y lo arropo, levanta la cabeza y me mira con amor, le encajo besos, le encanta. Cuando duermo a veces se me sienta encima, otras tira su brazo apoyado sobre mi pierna, abrazándome: hola compañero. Si voy al baño, tras de mi, y da vueltas y revisa cuidando que yo esté seguro, asomándose la la puerta, va y viene. Si se cierra la abre con su mano. A veces se sienta del lado de afuera en actitud de guardia.
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